Las ciberestafas se extienden por toda Galicia con cientos de afectados
La Guardia Civil alerta de un método de estafa que está
cobrando fuerza en toda Galicia: cargar en las cuentas corrientes de las
víctimas varios pequeños cobros por supuestas compras a través de Internet que
el estafado nunca ha realizado. Unos importes que pueden pasar completamente
desapercibidos en el resumen de movimientos de las cuentas bancarias pero que
se traducen en ingresos millonarios para los delincuentes.
Los afectados son usuarios de distintas entidades bancarias,
que están interponiendo una cascada de reclamaciones para que les devuelvan el
dinero que les han sacado de la cuenta. Según las denuncias, los estafadores
actúan principalmente durante los fines de semana y de madrugada, y, en todos
los casos las denuncias se refieren a supuestas compras realizadas sin el
consentimiento de los titulares a través de sus tarjetas.
En muchos casos,
Tarjetas que no se usan, cuentas sin apenas movimientos, sin compras por
Internet, que me expliquen cómo me roban los datos.
Pasaron nuestras cuentas a online, potencian el envió de
correspondencia vía mail, nos hacen pagar a través del móvil… A pesar de la ley
de protección de datos, nuestra vida no está en absoluto protegida y esto no debería
de ser así…
El hecho de que un
ciberdelincuente nos engañe para acceder nuestras claves y violentar el sistema informático del
banco, no es una causante para liberar de responsabilidad a la entidad, quien
tiene la obligación de extremar las medidas de seguridad para evitar los
previsibles y reiterados ataques informáticos.
La Revolución Tecnológica del Siglo XXI nos fue llevando a
la digitalización de nuestra vida, pero de manera avasalladora la pandemia, nos
la impuso de manera excluyente viéndonos obligados a la utilización de las
instituciones financieras y medios digitales como única forma de satisfacción
de nuestras necesidades. Más aún, en materia de tecnología, todos los
consumidores somos vulnerables, y en algunos casos, hipervulnerables.
Con la pandemia nos
dirigimos hacia un régimen de vigilancia biopolítica. No solo nuestras
comunicaciones, sino incluso nuestro cuerpo, nuestro estado de salud se
convierten en objetos de vigilancia digital. Según Naomi Klein, el shock es
un momento favorable para la instalación de un nuevo sistema de reglas. El
choque pandémico hará que la biopolítica digital se consolide a nivel mundial,
que con su control y su sistema de vigilancia se apodere de nuestro cuerpo,
dará lugar a una sociedad disciplinaria biopolítica en la que también se
monitorizará constantemente nuestro estado de salud. Occidente se verá obligado
a abandonar sus principios liberales; y luego está la amenaza de una sociedad
en cuarentena biopolítica en Occidente en la que quedaría limitada permanentemente
nuestra libertad.
Nos explotamos a nosotros mismos en la creencia de que así
nos realizamos, pero en realidad somos unos siervos. Kafka ya apuntó la lógica de la autoexplotación: el animal arranca
el látigo al Señor y se azota a sí mismo para convertirse en el amo. En esta
situación tan absurda están las personas en el régimen neoliberal. El ser
humano tiene que recuperar su libertad.
2021 fue un año especialmente negro para la atención
personal en los bancos. Las principales entidades cerraron 3.000 oficinas, el
19,4 % de su red y finalizaron el ejercicio con alrededor de 12.100 empleados
menos. Se trata de una reducción de la plantilla del 8,6 %, según los datos de
los siete mayores bancos recopilados por Europa Press, que muestran que seis de
ellos llevaron a cabo Expedientes de Regulación de Empleo.
No paran de cerrar oficinas, algunos cajeros son complicados
de usar, otros se averían y nadie resuelve nuestras dudas, hay gestiones que
sólo pueden hacerse online... Y en los pocos lugares donde queda atención
presencial, los horarios son muy limitados, es necesario pedir cita previa por
teléfono, pero nadie responde al teléfono y te acaban redirigiendo a una aplicación
que, de nuevo, no sabemos manejar, o enviándote a una sucursal lejana a la que quizás muchos mayores no tienen medios para llegar.
Ahora, un número menor de empleados tiene que atender a una
mayor cantidad de clientes, aquellas que siguen gestionando todos sus trámites
en persona. Esto lleva a que terminen
recibiendo un "trato inhumano”
Para Weber, en el capitalismo económico racional, no hay
lugar para la moralidad caritativa ya que el ser humano caritativo no es un ser
humano competitivo, y porque el ser humano competitivo es el principal agente
en la gestión económica. En este escenario, es claro que el altruismo tampoco
tiene espacio en el racionalismo económico del capitalismo moderno. Para Weber,
la particulares normas del capitalismo son rígidas y sin posibilidad de
excepciones. En la idea del capitalismo racional que explica Weber, no hay
lugar para posturas humanistas. Esta falta de posturas humanistas hace que se
llegue, las más de las veces, a posturas irracionales donde el ser humano
termina siendo solo una pieza tecnificada y sin humanidad (cual cosa), cuya
utilidad se limita a la consecución de mayor riqueza para la gran máquina
capitalista económicamente racional.
El ser humano de la
modernidad ve reducida su importancia y valor a la mera utilidad de la gran
máquina capitalista económicamente racional. Desde una racionalización
industrial se deriva hacia una realidad que resulta reprochablemente
irracional.
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