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«Ni todo vale, ni todo cuenta, ni todo suma» Afirma el obispo de Mondoñedo- Ferrol con motivo del Día Internacional del Trabajo.

 

Afirma nuestro obispo Fernando Cadiñanos “«Ni todo vale, ni todo cuenta, ni todo suma» “urge cambiar el paradigma económico que lo impregna todo para sustituirlo por un nuevo modelo humanista y humanizador. En esta tarea se encuentra la Doctrina Social de la Iglesia, que tendría que ser más conocida, reflexionada, predicada y practicada.” Añade

Así es, un país que quiere edificarse en la mentira y la corrupción está abocado al fracaso total. El crecimiento debe basarse en el trabajo honrado, la formación, dar oportunidad a los jóvenes… Regresar, en definitiva, a las raíces y los valores.  La cultura del sacrificio y ganarse el pan cada día con el esfuerzo tiene que volver.

Toda injusticia que se comete contra un trabajador es un atropello a la dignidad humana, incluso a la dignidad de lo que hace la injusticia: bajas el nivel y terminas en esa tensión de dictador-esclavo.

El trabajo forma parte del misterio salvífico de la creación, de suerte que resulta deber indiscutible de los cristianos el empeño por una vida digna a través de un trabajo decente (cf LS 128). Las tres 't', “tierra, techo y trabajo”, son la base que han llevado al papa Francisco a interesarse por las condiciones laborales, ha indicado el autor del libro, que ha subrayado que así lo demostró “a las pocas semanas” del inicio del pontificado.

El Evangelio nos enseña que el Señor es también justo con los trabajadores de la última hora, sin perjuicio de lo que es  “justo” para los trabajadores de la primera hora (cf. Mt 20, 1 -16).

Nada regalan en la vida, la suerte no existe, solo el esfuerzo y el trabajo. Nuestra sociedad nos ha creado el falso sueño de que saliendo en los medios de comunicación, inventando un personaje o una estrategia, podemos ser ricos y famosos en poco tiempo. Con todo eso, lamentablemente hemos perdido el valor del esfuerzo, ya no creemos en él. Los grandes hombres y las grandes mujeres son aquellos que se esfuerzan sin descanso. Son los que luchan por hacer un mundo mejor. Esos panaderos que se levantan antes que el sol para ofrecernos “el pan nuestro de cada día”. O esos médicos que están en primera línea en este tempo difícil de pandemia que nos ha tocado vivir.

A lo largo de nuestra vida podemos experimentar que, la mayoría de las cosas que merecen la pena, necesitan de una dedicación y esfuerzo grande. Tras las satisfacciones que vamos generando hay detrás un camino que nos ha llevado hasta ellas, muchas veces lleno de dificultades, sudor y en algunas ocasiones  también lágrimas.

Las mayores satisfacciones se producen cuando hay un gran esfuerzo detrás. Albert Einstein decía:   “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.”

El esfuerzo es dignidad, es intentar hacer las cosas mejor con una sonrisa, con ganas de seguir luchando día a día.

La Biblia fomenta un punto de vista equilibrado sobre el empleo. Nos anima a ser trabajadores y condena la pereza (Proverbios 6:6-11;13:4). Pero eso no quiere decir que promueva que la gente se haga adicta al trabajo. Más bien, nos aconseja que dediquemos suficiente tiempo a descansar. Eclesiastés 4:6 dice: “Mejor es un puñado de descanso que un puñado doble de duro trabajo y esforzarse tras el viento”. Por eso, no deberíamos estar tan dedicados al empleo que descuidemos la familia o nuestra salud. ¿De qué nos serviría matarnos trabajando?

Hoy en día es esclavo el hombre que está atado por su propia libertad cuando no sabe para qué le sirve. Porque la libertad no es un valor en sí, sino un valor en el que debe construirse la propia persona. Decía Goethe: “nadie  es más esclavo que quien se considera libre sin serlo”. Y no hay servidumbre más vergonzosa que la voluntaria.

Hoy en día es esclavo el que es siervo de sus propios miedos o de sus propios vicios. El que para vestirse tan solo piensa en lo que está de moda; el que tiene que comprar las cortinas, los muebles o  los aparatos que están de moda; el que  se muere de vergüenza  si no tiene un coche “digno de su categoría”; el que lucha tanto por dar una buena vida a su mujer y a sus hijos y no tiene tiempo de darles su compañía; también es esclavo el que lo es de su mujer, o la mujer que lo es de un hombre; lo son los que confunden el matrimonio o la pareja con una forma de sometimiento al prójimo.

Los valores de nuestro mundo actual nos han ido colonizando y los hemos ido asumiendo, hasta el punto de considerarlos propios y hegemónicos de la humanidad. El resultado de todo esto ha sido una generación de ciudadanos acríticos, poco reflexivos, dóciles consumidores, competitivos y trabajadores tecnócratas.

Hay algunas personas que piensan que lo importante es cuánto dinero se gana. Esa manera de pensar, junto con el deseo de ganar dinero rápido, ha hecho que algunas personas se metan en negocios sucios o hasta participen en actividades ilegales.

La Biblia condena el trabajo que no es honrado o que perjudica a otras personas de algún modo (Levítico 19:11,13; Romanos 13:10). Ser un buen trabajador beneficia a otras personas y permite tener “una buena conciencia” (1 Pedro 3:16).

Jesús fue un Indignado que adoptó una actitud de rebeldía frente al sistema y se comportó como un insumiso ante el orden establecido. A día de hoy todavía quedan políticos, que siguen defendiendo que los españoles puedan ser despedidos cuando estén enfermos, y también defienden privatizar la sanidad y la educación pública.

La acumulación de bienes fue quizá la causa más importante de la indignación de Jesús, convencido como estaba de la incompatibilidad entre servir a Dios y al dinero, de que toda riqueza es injusta y se convierte en un medio de dominación y de opresión de las minorías opulentas contra las mayorías populares.

Para leer el articulo de D. Fernando Cadiñanos pinchar Aquí:

https://mondonedoferrol.org/index.php?friendly_url_edicion=inicio&id_articulo=2014046377&friendly_url_articulo=ni-todo-vale-ni-todo-cuenta-ni-todo-suma



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