Vacunas para todos, también para los fructosemicos...
Al igual que otras intolerancias alimentarias, la intolerancia a la fructosa suele
generar molestias en el cuerpo, sobre todo de origen digestivo, y provoca un
impacto negativo en la calidad de vida de una persona.
Se estima que el 30% de la población mundial sufre
intolerancias alimentarias de algún tipo. Y, aunque la intolerancia al gluten o
a la lactosa son las más comunes, también existen otras menos conocidas, como
la intolerancia a la fructosa.
La intolerancia hereditaria a la fructosa (IHF) o fructosemia es un error
congénito del metabolismo de la fructosa causado por una deficiencia de la
enzima aldolasa B. Los individuos afectados con IHF son asintomáticos hasta que
ingieren fructosa, sacarosa, o sorbitol, tras la complementación o sustitución
de la leche materna en la infancia. Si estos pacientes ingieren fructosa, el bloqueo
enzimático a nivel de la aldolasa B provoca la acumulación de fructosa fosfato.
Esta acumulación tiene efectos corriente abajo en la vía de la gluconeogénesis
y en la regeneración de ATP.
Entre los síntomas de
la IHF se incluyen vómitos, hipoglucemia, ictericia, hemorragias,
hepatomegalia, hiperuricemia y potencial fallo renal. Aunque la IHF no es una
condición clínicamente devastadora, se han reportado casos de muertes en bebés
y niños, como resultado de las consecuencias metabólicas de la IHF. Las muertes
en la IHF se encuentran casi siempre asociadas a problemas en el diagnóstico
temprano.
La ficha técnica de Comirnaty, que así se llama la vacuna
desarrollada por Pfizer y Biontech, explica que está contraindicada para
personas con hipersensibilidad al principio activo o a alguno de sus
excipientes: ALC-0315, ALC-0159, DSPC,
colestrol, cloruro de potasio, dihidrogenofosfato de potasio, cloruro de sodio,
fosfato de disodio dihidrato y sacarosa.
La ficha técnica de la vacuna de Moderna establece que está
contraindicada para personas con hipersensibilidad al principio activo o a
algunos de los excipientes usados: lípido
SM-102, colesterol, DSPC, PEG2000 DMG, trometamol, clorhidrato de trometamol,
ácido acético, acetato sódico trihidrato y sacarosa.
En España hay unas 3 millones de personas afectadas por
alguna de las más de 5.000 enfermedades raras que existen. Aunque es una cifra
considerable, la mayoría de las veces están muy olvidados y hay una gran
desinformación en torno a estas enfermedades.
En realidad, una sociedad merece la calificación de
"civil" si desarrolla anticuerpos contra la cultura del descarte; si
reconoce el valor intangible de la vida humana; si la solidaridad es
activamente practicada y salvaguardada como fundamento de la convivencia.
El mundo en el que vivimos, en el que sólo queda espacio
para los más fuertes. «Cómo el mandamiento de "no matar" pone un límite claro
para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir no a una
economía de la exclusión y la desigualdad. Esa economía mata», resalta el papa
No se trata sólo de forasteros, se trata de todos los
habitantes de las periferias existenciales que, junto con los migrantes y los
refugiados, son víctimas de la cultura del descarte. El Señor nos pide que
pongamos en práctica la caridad hacia ellos; nos pide que restauremos su humanidad,
a la vez que la nuestra, sin excluir a nadie, sin dejar a nadie afuera.
Por más que la
investigación básica siga financiándose mayoritariamente con dinero público y
en instituciones sin ánimo de lucro, es un hecho que la investigación clínica
está promovida sobre todo por instituciones con ánimo de lucro, como es el caso
de las empresas farmacéuticas. Y resulta obvio que estas no dedican dinero a la
investigación más que cuando tienen sobradas razones para creer que podrán
recuperarlo con creces a través de la venta del producto resultante. Y como
las enfermedades raras se caracterizan por su baja incidencia y su relativa baja prevalencia, es obvio que, en
muchas ocasiones, la industria privada no estará dispuesta a invertir dinero en
ellas, porque incluso en la hipótesis de que consigan un producto
comercializable, es decir, eficaz y seguro, su venta será muy minoritaria y,
además, el precio del producto será frecuentemente caro, a veces
astronómicamente caro para la economía de una familia, e incluso para la de un
sistema nacional de sanidad
La pandemia saca "lo mejor de la humanidad" en
términos individuales pero, a nivel institucional e intergubernamental, exige
ser abordada "de forma solidaria y no aislada".
Finalmente, la vacuna
llegó y sucedió lo que era de esperar: el egoísmo triunfó. Una vez más, la desigualdad
está a la orden del día en el mundo y el lugar de nacimiento de una persona
determina la posibilidad de sobrevivir al virus que ya ha causado estragos en
la humanidad.
Tedros Adhanom
Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS),
advirtió que si continúa la injusticia a distribución de vacunas contra el
nuevo tipo de coronavirus (Covid-19), surgirán más variantes y se prolongará el
deterioro social y económico.
Ghebreyesus
señaló en la rueda de prensa celebrada por videoconferencia por la OMS en su
sede en Ginebra, Suiza que hasta la fecha se han administrado 5.700 millones de
dosis de vacunas anticovid en todo el mundo, mientras que el continente
africano solo puede obtener una participación del 2 por ciento de estas
vacunas.
Sin mencionar que muchos países ya han comprado más dosis
que cantidad de habitantes. Además, y más grave aún es que muchos de estos
países ricos, incluidos los de la UE, Estados Unidos y el Reino Unido, están
bloqueando una propuesta de más de 100 países en desarrollo que se debate en la Organización Mundial del Comercio (OMC)
y que permitiría anular los monopolios de las empresas farmacéuticas y aumentar
la producción de vacunas COVID-19 seguras y eficaces, algo que necesitan con
urgencia y desesperación los países más pobres.
Moderna en 2020
comunicó que no ejercería el derecho de exclusividad sobre sus patentes,
permitiendo teóricamente que cualquier fabricante capacitado pudiera fabricar
su vacuna, pero:
La fabricación de las materias primas utilizadas en la
fabricación de vacunas para la COVID-19
también se encuentra protegida por derechos
de propiedad intelectual. Este es el caso de la producción de los lípidos
necesarios para crear las partículas en las que se encapsula el ARNm de las
vacunas de Moderna. Estos lípidos son un elemento limitante de la producción
porque su producción también está protegida por patentes, la producción no
puede expandirse sin permiso del titular.
Sin transferencia de tecnología y de los conocimientos
generados en el desarrollo de la vacuna de Moderna, entre la compañía y
cualquier interesado, la información que recogen las patentes no es suficiente
para la fabricación de su vacuna.
La falta de datos
sobre la capacidad real de producción o comercialización de dosis (son secretos
comerciales protegidos por la legislación de propiedad intelectual) no permite
seguir su ejemplo.
Más de 100 países han pedido el levantamiento de los
derechos de propiedad intelectual (generalmente ejemplificados por las
patentes). El monopolio que los estados crean mediante las patentes permite que
el titular de estas pueda elevar los precios tanto como el comprador pueda
aguantar. Los sistemas sanitarios generalmente están dispuestos a pagar precios
mucho más elevados que los que establecería un sistema con competidores. Y las
vacunas están en manos de unos pocos fabricantes.
Hay que explicar que las patentes no son la única barrera
para la creación y expansión de la capacidad de producción. Son necesarias las patentes, la materia
prima y la transferencia del conocimiento y la tecnología para fabricarlas.
Aunque no exista patente, la falta de acceso a los conocimientos generados, los
secretos comerciales o los diseños industriales impiden la replicación de
procesos de fabricación sin el consentimiento del titular.
Así, pues, la
distribución de la vacuna contra la COVID-19 está siendo sumamente desigual,
poniendo en riesgo la vida de millones de personas en todo el mundo. Los países
más ricos vacunan a una persona cada segundo, mientras que la mayoría de las
naciones más pobres aún no ha administrado ni una sola dosis.
El salmista menciona de forma explícita aquellas categorías
que son especialmente vulnerables, a menudo olvidadas y expuestas a abusos. Los
forasteros, las viudas y los huérfanos son los que carecen de derechos, los
excluidos, los marginados, por quienes el Señor muestra una particular
solicitud. Por esta razón, Dios les pide a los israelitas que les presten una
especial atención.
Comentarios
Publicar un comentario