Los vacunados también se mueren
Muere Carlos Marín, pese a estar vacunado, contra el
coronavirus, se encontraba en la UCI, con oxígeno, intubado y en coma inducido
Toca seguir protegiéndonos y esperar otra vacuna que
realmente sea eficaz…
Marín, que había ingresado hacía apenas cuatro días en el
hospital Manchester Royal de Inglaterra, se encontraba ingresado en estado
grave en la UCI. El cantante, pese a estar vacunado contra la COVID-19, estaba
intubado y en coma inducido a causa del coronavirus.
Fernando del Pino
Calvo Sotelo lamenta en su blog que ha sido
censurado: “escribo desde hace diez años en Expansión con entera libertad. Sin embargo, ayer, en el último
minuto y de modo injustificable, Expansión
censuró y retiró este artículo que iba a publicarse hoy. Lamento que un
periódico como Expansión censure un artículo cuyas fuentes son, entre otros, The Lancet (una de las tres
publicaciones médicas más prestigiosas del mundo), artículos de reconocidos epidemiólogos en el Wall Street Journal
(el periódico económico más importante del mundo), comunicados del JCVI británico y del Ministerio de
Sanidad de Japón y datos oficiales del Ministerio de Sanidad español.”
“Una vez vacunada la población de riesgo era imprudente y
estéril continuar vacunando indiscriminadamente, pero nos dijeron que las
vacunas pararían la epidemia y nos devolverían a la normalidad. “Primero les encerramos, luego les
asustamos y finalmente les vacunamos a todos”, fue la consigna. Pues bien,
la falacia se ha topado con la realidad. Las altas tasas de vacunación no están
frenando los contagios.¿Qué pasó con la
inmunidad de grupo? Por qué la cifra “mágica” del 70% ya no vale…
De hecho, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le puso
fecha: a finales de agosto, el 70% de los españoles estaría vacunado, aseguró
en abril. No será así, pero estamos muy cerca. Más del 67% de la
población ya
tiene la pauta completa y más del 76%, al menos una dosis. Sin
embargo, a la hora de la verdad, rondar el objetivo no parece tener relación
con la famosa inmunidad de rebaño.
Alfredo Corell, catedrático de Inmunología de la
Universidad de Valladolid, Alfredo es doctor en Ciencias Biológicas por la
Universidad Complutense de Madrid, catedrático de Inmunología en la Universidad
de Valladolid, con 21 años de experiencia como docente. Es además vicerrector
de la Universidad de Valladolid, con competencias en innovación docente y
transformación digital del Universidad. Es miembro de la comisión nacional de
la especialidad de inmunología y ha sido vocal de la junta directiva de la Sociedad
Española de Inmunología.
Recibió el Premio Medes 2018 a la mejor iniciativa en el uso
del español para la divulgación del conocimiento biomédico (proyecto
Inmunomedia de la UVA). También en 2018 fue galardonado con el premio al mejor
profesor universitario de España en la II convocatoria de los premios Educa
Abanca.
Alfredo Corell, lo
tiene muy claro: “El concepto está mal usado desde el minuto cero”, asegura
en declaraciones a Teknautas, “y lo hemos utilizado mal sabiéndolo, porque solo
se debería hablar de inmunidad de grupo cuando la inmunización, ya sea natural
o artificial, bloquea la transmisión”. Sin embargo, ninguna de las vacunas
disponibles lo consigue. “Todas reducen los ingresos hospitalarios y la
enfermedad grave hasta cerca del 100%, pero ninguna evita que el virus se
contagie”, afirma.
Así, pues, hace poco nos decían que dos dosis y un 70% de
inmunidad de rebaño acabarían con la epidemia. Ahora son tres o cuatro dosis
(¡en pocos meses!) y un 95%. Vaya tomadura de pelo.
Todavía se están empezando a inocular las terceras dosis de
la vacuna, pero en medio del pánico desatado por ómicron, hay quien habla ya de una cuarta. Sí, han leído bien: una cuarta
dosis de refuerzo para potenciar la respuesta inmune y tratar de hacer frente,
así, a esta nueva variante. Matar el virus a cañonazos. Y cuantos más mejor,
aunque todavía no sepamos si esta será la estrategia más eficaz frente a esta
nueva variante. ¿Combatirlo con dosis de refuerzo o reformular la vacuna?
La nueva variante fue detectada en Sudáfrica, donde menos
del 25 % de la población está vacunada.
“La OMS se ha
cansado de decirlo y algunos llevamos tiempo, también, insistiendo: la mejor
tercera dosis es la primera dosis en quien no está vacunado en el mundo, afirma
López Acuña. “Si tenemos bajos niveles de vacunación, van a surgir más
variantes. África tiene un 7% de cobertura de vacunación. Ahí tenemos un
problema, y ómicron es la demostración fehaciente”, afirma López Acuña. "Un aumento prolongado de los anticuerpos en sangre,
a la larga puede ser contraproducente, puede producirse una enfermedad mediada
por anticuerpos”, añade
“En toda Europa estamos dentro de un minuto para la
medianoche o de dos minutos para la medianoche porque están introduciendo
pasaportes de vacunas”, advirtió el Dr. Yeadon. El único argumento para un pasaporte de vacuna es si las inyecciones de
Covid redujeran la transmisión de la infección a otros; no es así y esto no
está en disputa. Tanto Sage como el gobierno del Reino Unido han dicho que
aquellos que han recibido inyecciones de Covid pueden infectar a otros y
"atrapar Covid".
Los pasaportes de vacunas no tienen que ver con la salud
pública, es un sistema de control
totalitario que cubre todos los aspectos de nuestras vidas y es permanente:
las tiranías científicas y técnicas nunca desaparecen. “No los tolere
[pasaportes de vacunas] en ningún lugar de su país. El sistema se formará solo
y no veo una forma de eliminarlos”, dijo el Dr. Yeadon.
¿Dónde están los consentimientos informados?
¿Qué médico ha firmado nada? ¿Dónde queda el
respeto a los no vacunados en este ambiente de histeria y fascismo
sanitario? En España algunos sátrapas regionales, repanchingados en sus
palacetes feudales, imponen a sus siervos la presentación de un salvoconducto
para entrar en un hospital o tomarse una cerveza, y da igual que semejante atropello se base en
una superstición, pues el vacunado transmite también el virus.
RAFAEL
YUSTE, neurobiólogo,
catedrático de la Universidad de Columbia (Nueva York), compagina sus
investigaciones con otra iniciativa descomunal: la de incluir los neuroderechos
en la Carta de las Naciones Unidas. afirma: “no puedes forzar a la gente a hacer
lo que no quiera, pero los que renuncien a las tecnologías que aumentan la
capacidad del ser humano deben ser conscientes de que pueden tener un déficit
cognitivo en comparación con el resto. Otra manera de imaginarlo es la brecha
digital. “Estamos en un momento decisivo de la historia de la humanidad,
incluso como especie. Lo que podemos hacer con un ratón hoy lo haremos en diez
años con personas. Registrar la actividad cerebral ya es factible. Y pronto
también podremos influir en esa actividad e incluso cambiarla. Eso nos va a
llevar al mejoramiento mental y cognitivo de la especie humana. Es inevitable.
En unos años utilizaremos interfaces cerebro-computadora que nos permitirán
escribir con el pensamiento, conectarnos a Internet directamente... Esto va a
cambiar la especie humana… La sociedad
está totalmente desprevenida. El cerebro no debe tocarse por fines comerciales” añade.
Yuste, unto con otros
25 científicos destacados, firmó un artículo en la revista Nature titulado
“Cuatro prioridades éticas para las neurotecnologías y la inteligencia
artificial”, contribuyendo en gran medida al desarrollo de la Neuroética.
Actualmente Yuste está
trabajando con un gran equipo de neurocientíficos que avanzan en la inclusión
de los Neuroderechos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas. Según Yuste Si se pueden registrar y cambiar neuronas, en
principiotambién leer y escribir la mente de las personas. Esto no es ciencia ficción. Estamos haciendo esto en animales de
laboratorio con éxito.
Para Yuste es
completamente una cuestión de agencia y libertad.
“Esta es la primera
vez en la historia que los humanos pueden tener acceso a los contenidos de la
mente de las personas. Tenemos que pensar con mucho cuidado sobre cómo vamos a
llevar esto a la sociedad”.
Por el momento, La mente de
Elon Musk no descansa. El empresario más inquieto de Silicon Valley
acaba de embarcarse en un nuevo plan: una start-up para "conectarnos"
a las computadoras.
El fundador de Tesla
y SpaceX, creador de Hyperloop y presidente de SolarCity, le puso a su nueva
empresa el nombre de Neuralink y con ella pretende llegar a crear seres humanos
"superinteligentes".
No está muy claro
hasta dónde puede llegar Neuralink, una de las startup del multimillonario Elon
Musk, propietario de Tesla y de SpaceX. Ni tampoco el objetivo de la empresa.
De momento, ha logrado conectar el cerebro de un cerdo a un ordenador, a través
de un chip. La idea es implantarlo en una persona para conectarse al teléfono
móvil, pero la aplicación tiene un potencial más amplio en el campo
terapéutico, aunque por ahora suena tan perturbador como un episodio de Black
Mirror.
Es inevitable pensar que si podemos "leer" la
mente podemos ser manipulados.
Si existiera un dispositivo tecnológico que pudiera leer la
mente, ¿cómo podríamos evitar que terceras personas tuvieran acceso a nuestros
pensamientos? ¿Qué leyes regulan la alteración de los recuerdos de una persona?
¿Tienen derechos de autor los sueños que haya podido almacenarse en un implante
neuronal?
Estas preguntas, y muchas
otras, ya han sido planteadas por abogados e investigadores que trabajan desde
hace tiempo en el campo de los neuroderechos.
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