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Los políticos honrados se quitan de en medio cuando cae sobre ellos la sospecha


El recurso presentado por el portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros ha sido inadmitido por la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo (TS), confirmando así la sentencia de la Audiencia Provincial por la que fue condenado en 2019 por no haber hecho frente al pago de 63.183 euros que debía a una empresa de reformas por las obras que realizaron en su chalet.

Espinosa de los Monteros ha dicho que pagará lo que falta de las obras de su vivienda, tras la confirmación del Supremo de la condena por eludir parte del presupuesto de las obras en su casa.

Según la sentencia de instancia - dictada por el Juzgado de Primera Instancia número 36 de Madrid y confirmada posteriormente por la Audiencia de Madrid- el dirigente de Vox maniobró e incurrió en un fraude de acreedores ya que sacó la citada sociedad a un concurso de acreedores, declarando así su insolvencia, para evitar abonar la deuda pendiente de 63.000 euros con la sociedad Rehabilitación, Urbanización y Edificación S.L.

Muchas veces los menos aptos están en los grandes tronos. Sobre esto también escribió Ortega y Gasset en la rebelión de las masas… Antes mandaban los señoritos, algunos bien, pero a costa de los pobres y de la pobre gente.

Hay pobres porque el dinero no se pone al servicio de las personas; hay pobres porque se compra y se vende a los hombres por dinero; hay pobres porque hay políticos avaros.

Sinceramente, si algunos políticos están tan necesitados de puestos tan bien pagados los veo más preparados para llevar una empresa de pompas fúnebres…Cuando los cretinos que se han cocinado en los hornos autoritarios y verticales de los partidos políticos llegan al poder, son cualquier cosa menos demócratas. Su obsesión es ya vivir de la política, defender las posiciones que han conquistado, mantenerse en el poder y muchas veces también enriquecerse y atiborrarse de dinero, ventajas y privilegios.

A lo mejor es que los políticos son tan sabios que aceptan aquello de que “el ser humano vale por su ser, no por lo que hace”. Pero lo entienden muy mal porque lo que quiere decir esa verdad tan seria es que hombres y mujeres valemos por el hecho de ser seres humanos, no por el hecho de ser políticos…

Todo ambicioso de poder es por no saber vivir… Es incapaz de amistad y amor. Es fanático de la mentira. Es un soberbio y un déspota potencial. Algunos políticos llegan a la política  porque no saben hacer otra cosa y quieren “asegurar” su futuro, el de sus hijos, nietos, bisnietos, hasta la enésima descendencia.

El Político que se considere cristiano debe promover una mayor igualdad social, procurar que cambie la actual estructura clasista de nuestra sociedad.

El afán de poder nos sólo se reduce a la pertenencia a una clase social. Este afán de poder sigue ejerciendo una gran influencia, tanto en países capitalistas como en países socialistas de muy distinto signo.

El buen gobierno necesita del compromiso de la responsabilidad, de la creencia compartida de que la corrupción es un acto de traición a la confianza prestada, y de leyes firmes que la prevengan y condenen.

En España, que un político deje su cargo y asuma responsabilidades es una absoluta anomalía. Muy pocos dirigentes optan por prescindir de su sueldo y del amparo que supone el paraguas de la Administración Pública.

Para Hans Kung, el fin de la ética en política es el de “rescatar la dignidad humana”. Al respecto escribió: “El hombre ha de ser más de lo que es: ha de ser más humano. Es bueno para el hombre lo que preserva, fomenta y realiza: su humanidad. El hombre ha de explotar su potencial humano, en aras de una sociedad humana y un ecosistema intacto, cambiando básicamente su rumbo de actuación. Su humanidad en potencia es muy superior a su humanidad en acto. En este sentido, el realismo del principio de responsabilidad y la “utopía” del principio de esperanza se reclaman mutuamente.” (Kung, 1991, 49). En suma, lo mínimo que se pretende alcanzando un espíritu ético en quienes ocupan cargos públicos es la adquisición de la responsabilidad para así obtener resultados más efectivos.

Ética y política son los ojos de un mismo rostro; la política no puede operar acertadamente sin la ética. En la cultura clásica moderna, de aquellos que ejercían la política con ética, se decía que tenían “decorum”; tener decorum era garantía de ser un político honesto, discreto y justo. En su vida obras paralelas afirmaba Plutarco que “el hombre es el más cruel de todas las fieras, cuando a las pasiones se une el poder sin virtud” y Cicerón, en su arriesgado y valiente ataque en sus “Verrinas” contra la corrupción del tirano Verres de Silicia: “cuando los políticos no se rigen por la ética, son como las hienas a la caza del poder”

La política puede ser la más noble de las tareas; pero es susceptible de ser el más vil de los oficios.

Con la autoridad de los siglos, es bueno recordar las palabras del sabio Confucio sobre la manera de actuar de un buen gobernante, necesaria lección para nuestro alcalde: “ El gobernante se haya obligado, sobre todo, a perfeccionar su inteligencia y su carácter para conseguir la virtud; recobraría el afecto del pueblo; si goza del afecto del pueblo; su poder se extendería por toda la región; si ha adquirido el poder sobre la región, le resultará fácil alcanzar la prosperidad del Estado.”

La confianza de la ciudadanía en los políticos desciende cada día, pierde credibilidad y, en consecuencia, los ciudadanos también vamos perdiendo la confianza en las instituciones.

“Cuanto más dinero se tiene, más posibilidades existen de cometer comportamientos poco éticos. “ Así de contundente es Paul Piff, psicólogo social de la universidad de Berkeley, quien ha dedicado gran parte de su trabajo a estudiar diferencias entre personas de clase alta y de clase baja. Los políticos huyen de todo lo que sea plantear problemas de valores o cuestiones de principios, reduciendo la cuestión a un trato de intereses.

Nicolás Maquiavelo, en “El príncipe» (XVIII, 466) dejó escrito: “Los hombres son tan ingenuos, y responden tanto a la necesidad del momento, que quien engaña siempre encuentra alguien que se deja engañar”. La pura verdad es que en la actualidad somos “millones” los que votamos como salvadores de nuestros males, a embusteros que se hartan de predicarnos mentiras y patrañas.

Está claro que en el fondo del asunto los intereses económicos le han ganado la partida a los intereses políticos. Dicho más claramente, los intereses económicos de los políticos le han ganado la partida a los intereses políticos.

Yo no digo que todos los políticos sean así. Lo que sí afirmo es que, hoy, el ejercicio de la política exige una integridad ética para la que muchos profesionales de los asuntos públicos no están preparados y así nos luce el pelo.

Si los que nos gobiernan necesitan una integridad ética indiscutible, la misma integridad necesitamos los gobernados, y si no, ¿qué hacemos cada cuatro años, dando nuestro voto de confianza a quien sabemos que nos está engañando y lo va a seguir haciendo de nuevo?

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