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¿Habló Yolanda Díaz con el papa sobre los concordatos?

 

"En el nombre de la Santísima Trinidad". Así rezaba la primera línea del preámbulo del texto legislativo del concordato entre el Estado español y la Santa Sede, que fue firmado en la Ciudad del Vaticano el 27 de agosto de 1953 por el Secretario de Estado del Vaticano, Domenico Tardini; el ministro de Exteriores español, Alberto Martín Artajo; y el embajador ante la Santa Sede, Fernando Castiella, y publicado en el Boletín Oficial del Estado el 19 de octubre.

En 1951 Franco escribió una carta al Papa Pío XII solicitando un nuevo concordato. El Estado se comprometía a sufragar los gastos de las actividades de la Iglesia y a otorgar concesiones como la dotación a las órdenes religiosas de un estatus jurídico, una importante dotación económica para el clero, competencia de la Iglesia en las causas matrimoniales o el control de la enseñanza.

El concordato se trata de un pacto bilateral entre España y la Santa Sede. Este acuerdo, que se firmó por última vez en el 1979, establece las relaciones entre ambos estados, y ha sido cuestionado por resultar extremadamente ventajoso para la Iglesia católica.

Algunos de los privilegios que nuestro país ha cedido a la Iglesia desde entonces es la financiación: la Iglesia católica es la única entidad no estatal que recibe dinero a través del impuesto de la renta. Este mecanismo, establecido en el 1979, dota al conjunto de la iglesia española de unos 50 millones de euros al año. Una cantidad a la que se añaden exenciones fiscales como la del IBI.

Cuando Pedro Sánchez asumía el poder en el partido en 2014 y pedía también derogar el Concordato y aprobar una Ley de Libertad Religiosa, quería «hacer un Estado laico».

Sánchez también propuso modificar la Constitución para que la Religión Católica dejara de tener un lugar destacado en la Carta Magna.

En 2017, Sánchez pedía acabar con las inmatriculaciones. Dos años más tarde, en un mitin electoral, Sánchez defendía la recuperación de los bienes que la Iglesia había inmatriculado y reformar el sistema fiscal para que la institución religiosa «pague el Impuesto de Bienes Inmuebles» (IBI).

El objetivo del PSOE para suprimir los privilegios de la iglesia ha ido perdiendo fuerza hasta quedar en nada. En Junio de 2018, durante los primeros días de gobierno socialista, la idea de poner fin a algunas ventajas fiscales que tienen la Iglesia católica resonaba en el parlamento y revisar los acuerdos que tienen firmados España y la Santa Sede, que datan del año 1979, era una prioridad.

En la actualidad parece que el Señor Sánchez tiene el miedo a enfrentarse a las altas instancias del Vaticano.

Me pregunto también si en la entrevista de Yolanda Díaz con el papa se trató el tema de los concordatos. “El paraíso de los obispos no está en los cielos. Es un paraíso fiscal y está en España”, afirmaba Javier Sánchez Serna, diputado de Unidas Podemos y promotor de la iniciativa junto a la también diputada, Martina Velarde.

La iglesia también recaudó 122,5 millones en 2017 por ingresos generados por su "patrimonio inmobiliario, financiero y actividades económicas diversas", una gran cantidad de edificios procedentes de las criticadas inmatriculaciones, entre otros. Y aunque este dinero sí está sujeto a los normales impuestos por actividades económicas, el balance sigue siendo positivo, ya que la iglesia está exenta de pagar el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI).

Un día Jesús les dijo a sus discípulos: “Crucemos al otro lado del lago” (Lucas 8:22).   La iglesia Católica ha ido a conquistar tierras, a llevar su centro (poder) a las llamadas periferias, a los “pobres indios”, a los negros incultos, a los asiáticos mudos… No fue en general para aprender, desnuda de poder, llena de capacidad de escucha… Pero ha llegado el momento del gran cambio. Sólo esa la fe de Jesús permite pasar a la iglesia al otro lado, más de una iglesia de poder occidental, para iniciar la experiencia de la semilla abierta, en tierra de paganos (cf. Mc. 11, 22-24). Esta valentía/fe en medio de la tormenta es principio de vida, es el milagro verdadero, fuente de misión para la iglesia.

Jesús no necesitó dinero para promover su mensaje, como indica de forma paradigmática la escena del joven rico (cf. Mc 10, 17-31), pero la administración de la iglesia romana necesita recursos, de tal forma que ella puede aparecer, en principio, como poco evangélica.

La riqueza verdadera de la Iglesia no son unas propiedades de tierras y fincas, de edificios y de catedrales/museos. La riqueza de la Iglesia es su generosidad (vende lo que tienes…) y su solidaridad (dáselo a los pobres).

Tiene razón José Manuel Vidal cuando  pregunta:” ¿Puede la Iglesia, desde esa situación privilegiada, ser crítica con las decisiones gubernamentales causantes de muchas de las necesidades que sufre el pueblo, o denunciar, por ejemplo, a los 79 directivos y consejeros de Caja Madrid que utilizaron presuntamente tarjetas opacas con las que cargaron a la entidad más de 15 millones de € para sus gastos privados, o dejar en evidencia pública y notoria la inmensa cantidad de corrupción que hay en España? ¿Dónde están los profetas de la Iglesia Española?”

Así, pues, es triste ver la forma de vivir de algunos obispos como el de Cádiz.

En las misivas con destino al Vaticano se censuran las actuaciones y forma de vivir del obispo así como su forma de proceder con la gente además de su gestión pastoral y económica. Se le define como un “obispo señorito” con inclinaciones hacia el “comer y beber bien”. «Para ello ponen como ejemplo cuando en una comida pidió una botella de vino de casi 200 euros de coste, como a sus reuniones asiste «gente influyente” bien en sus casas o en reservados y su predilección por restaurantes afamados y caros como ‘El Faro’.» y Publicado también en El Plural

Cuenta una publicación digital que dispone de coche oficial con chófer más otros automóviles de «camuflaje». Su afición a viajar y hacer giras también es relevante: Fátima, Lourdes, Santiago, Roma o Jerusalén. Esta afición al viaje lo demostró con su reciente visita a la gran Feria del Turismo, Fitur en Madrid, de donde partió por segunda vez en tres meses, a Tierra Santa.

¡Qué triste es comprobar tanta falta de coherencia con el Evangelio!

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