Algunos “católicos practicantes” califican al papa de comunista y de representante del diablo en la Tierra"
El director de La Razón y católico practicante reconocido, Francisco Marhuenda, calificaba al
pontífice de "Un Papa antiespañol", mostrándose convencido de que, en
el cónclave que lo eligió, "el Espíritu Santo se confundió, y los
cardenales eligieron un candidato catastrófico"
Eduardo Inda, fue, incluso, un paso más
allá: "Este Papa comunista es el anti-Papa, el representante del diablo en
la Tierra"
Estos señores que presumen de católicos
ignoran que la Biblia condena el trabajo que no es honrado o que perjudica a
otras personas de algún modo (Levítico 19:11,13; Romanos 13:10). Ser un buen
trabajador beneficia a otras personas y permite tener “una buena conciencia” (1
Pedro 3:16).
Un país que quiere edificarse en la mentira y la corrupción está
abocado al fracaso total. El crecimiento debe basarse en el trabajo
honrado, la formación, dar oportunidad a los jóvenes… Regresar, en definitiva,
a las raíces y los valores. La cultura
del sacrificio y ganarse el pan cada día con el esfuerzo tiene que volver.
Los mecanismos del Estado Capitalista buscan evitar a toda
costa que se exprese la voluntad de las mayorías y que decida siempre la clase
explotadora.
Díaz y el Papa
comparten una visión bastante cercana sobre el mundo del trabajo y la economía.
De hecho, en la encíclica Fratelli Tutti pueden leerse algunos pasajes
aplicables al modo de entender el empleo de la ministra de Trabajo. Francisco
se ha interesado también por la situación en la que se encuentra la reforma
laboral en España —el entorno de Díaz señaló tras la reunión que “está muy
avanzada”—,
Para Weber la
existencia del capitalismo representa el conducto de decisiones de la actividad
de los seres humanos. La lucha por ser mejor, no por la existencia misma, sino
por obtener más, es lo que origina la competencia. Por esta competencia de
conseguir más, se deriva en lucha de seres humanos: “El cálculo de capital en su estructura formalmente más perfecta
supone, por eso, la lucha de los hombres unos contra otros”
Según Weber, entonces, en el capitalismo
económico racional, no hay lugar para la moralidad caritativa ya que el ser
humano caritativo no es un ser humano competitivo, y porque el ser humano
competitivo es el principal agente en la gestión económica. En este escenario,
es claro que el altruismo tampoco tiene espacio en el racionalismo económico
del capitalismo moderno.
Para Weber, la
particulares normas del capitalismo son rígidas y sin posibilidad de
excepciones. En la idea del capitalismo racional que explica Weber, no hay
lugar para posturas humanistas. Esta falta de posturas humanistas hace que
se llegue, las más de las veces, a posturas irracionales donde el ser humano
termina siendo solo una pieza tecnificada y sin humanidad (cual cosa), cuya
utilidad se limita a la consecución de mayor riqueza para la gran máquina
capitalista económicamente racional: (Weber, Economía y sociedad…) “(…) el
capitalismo (…) lo que necesita es un derecho con el que se pueda contar lo
mismo que con una maquina (…) La
creación de semejante derecho se consiguió al aliarse el Estado moderno a los
juristas, para imponer sus ambiciones de poder.
Weber se interesó
por estos efectos sobre los individuos, los «engranajes de la máquina». El capitalismo, que había prometido una
utopía tecnológica centrada en el individuo, había creado en su lugar una
sociedad dominada por el trabajo y el dinero, supervisada por una burocracia
inflexible. Esta sociedad rígida no solo
oprime al individuo, sino que lo deshumaniza, al hacer que se sienta a merced
de un sistema lógico, pero sin alma.
Devolver a la persona al centro de la vida económica y
social es la mejor vacuna contra el
economicismo imperante, contra los diferentes populismos o el neoliberalismo
individualista e ingenuo que pone toda su confianza en la autorregulación del
mercado.
Afirma el papa Francisco (FRATELLI TUTTI) “Destrozar la autoestima de alguien es una manera fácil de dominarlo.
Detrás de estas tendencias que buscan homogeneizar el mundo, afloran intereses
de poder que se benefician del bajo aprecio de sí, al tiempo que, a través de
los medios y de las redes se intenta crear una nueva cultura al servicio de los
más poderosos.”
El mensaje del papa Francisco es un toque de atención a las
conciencias de los habitantes de los países donde llegan los inmigrantes.
El papa invita a reflexionar cuando pregunta: «¿No es tal vez el deseo de cada uno de
ellos el de mejorar las propias condiciones de vida y el de obtener un honesto
y legítimo bienestar para compartir con las personas que aman?”
Francisco explica que
para los católicos «en la acogida del extranjero (…) se abren las puertas a
Dios y en el rostro del otro se manifiestan los rasgos de Jesucristo».
Hoy en día es esclavo el hombre que está atado por su propia
libertad cuando no sabe para qué le sirve. Porque la libertad no es un valor en
sí, sino un valor en el que debe construirse la propia persona. Decía Goethe: “nadie es más esclavo que quien se considera libre
sin serlo”. Y no hay servidumbre más vergonzosa que la voluntaria.
Hay algunas personas
que piensan que lo importante es cuánto dinero se gana. Esa manera de pensar,
junto con el deseo de ganar dinero rápido, ha hecho que algunas personas se
metan en negocios sucios o hasta participen en actividades ilegales.
La pandemia de COVID-19
y las medidas para controlar la transmisión del virus interrumpió abruptamente
el movimiento de personas que caracteriza a nuestro mundo interconectado. Las
consecuencias son enormes para los migrantes, que dependen del trabajo lejos de
sus hogares para mantenerse a sí mismos, sus familias y sus comunidades. Muchos
de ellos se encuentran ahora en condiciones que los ponen en mayor riesgo de
contraer la COVID-19. Con esta crisis, se ha desatado la «globalización de la
indiferencia» y a veces de la violencia, con un odio contra los más
vulnerables, contra los migrantes, contra las poblaciones discriminadas y, muy
a menudo, contra las mujeres.
Los valores de nuestro mundo actual nos han ido colonizando
y los hemos ido asumiendo, hasta el punto de considerarlos propios y
hegemónicos de la humanidad. El
resultado de todo esto ha sido una generación de ciudadanos acríticos, poco
reflexivos, dóciles consumidores, competitivos y trabajadores tecnócratas.
Excelente reflexión, sencilla y una buena forma de expresar lo que es el humanismo y la deshumanizacion
ResponderEliminarLA " BASURA" SI SE MUEVE HUELE , ESTOS , ESTAN POR DEBAJO. 🤮🤮🤮🤮🤮
ResponderEliminar