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SUSPENSIÓN CAUTELAR DE Rafael Vez Palomino : ¿Ha llegado ya la Iglesia Católica a esa existencia de secta?

¿Ha llegado ya la Iglesia Católica a esa existencia de secta, y justamente bajo el pontificado del papa Francisco?

Las mujeres no pueden asumir cargos de ordenación, ya que la impartición de sacramentos por manos femeninas sería un espanto para Dios.  Las personas que se han vuelto a casar no pueden recibir la comunión, porque eso es, a los ojos del Señor, una confusión. Y finalmente, las parejas homosexuales no solo no deben casarse, sino que ni siquiera deben ser bendecidas, ya que Dios no puede dar su visto bueno al pecado. Además, están condenados todos aquellos que, con la ayuda de la medicina moderna, quieran concretar su deseo de tener hijos, y también quienes piensen en una muerte digna asistida. A todos ellos, Roma les dice: "Dios no quiere eso. ¡Dios no los quiere!”

¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedreas a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! ( Mateo 23:37)

Por el momento no hay más que mirar las estructuras de la religión en las instituciones eclesiásticas para darnos cuenta de que en esa administración y esas características religiosas de la iglesia van llegando a su fin, si es que no han rebasado ya su fecha de caducidad. Este proceso de erosión comenzó a partir de la ilustración y sigue su curso. Eso no quiere decir que el hombre de hoy no sea religioso, pues la religión tiene en el hombre más calado y es más profunda de lo que parece. Pero el hombre de hoy busca a Dios más “inmediatamente”, sin sentir muchas veces la necesidad de acudir a mediadores, como corresponde a la mentalidad de los profetas del Antiguo Testamento y del mismo Jesús. La prueba está en que muchas gentes buscan a Dios incluso en otras religiones, donde mutuamente se enriquecen y fecundan. Es evidente, pues, “Dios es siempre más y mayor” que lo que nos ofrece nuestra propia religión, en este caso la católica, y concretamente una “iglesia clerical” y un Vaticano infalibles.

La iglesia Católica todavía no ha aprendido que lo primero y primario de su misión y vocación es hacer “hombres” cabales y no, aunque parezca paradójico, cristianos de corte, sobre todo, eclesiástico y no aptos y educados para la vida. Para ello sigue, más que nada diciendo misas y administrando sacramentos sin saber muy bien ella lo que hace y quienes lo reciben lo que eso quiere decir.

Es importante que en este mundo trivializado y gris, sin utopías ni ilusiones encontrar a personas como Rafael Vez Palomino, cura de Conil, que por su modo de ser, comuniquen luz y ánimo para que podamos ser humanos y cristianos. A estas personas hay que buscarlas como se busca una perla preciosa y el agradecer a Dios el haberlas encontrado. Son este tipo de personas que no siendo en “todo perfectos “se muestran humanos y comunican dignidad, esperanza, amor y sentido de la vida. Hombres  conforme al corazón de Dios, que nunca se dejaron intimidar por el temor para callar la Palabra del Señor y para decir la verdad aunque no les guste a los jerarcas. Su amor y su compromiso a Dios los motivan a seguir sin reservas las directivas del Espíritu Santo para salvar almas para Cristo, por predicar y enseñar la Palabra de Dios al costo que sea. Las adversidades nunca pudieron detener el ímpetu de este corazón apasionado y bravo por Jesús. A estas personas como Rafael Vez hay que buscarlas como se busca una perla preciosa y el agradecer a Dios el haberlas encontrado. A los jerarcas se les llena la boca hablando de «testigos creíbles» del Evangelio, pero cuando tienen uno delante, no lo reconocen ni lo valoran. Es la eterna paradoja de esta nuestra institución que persigue y apedrea a sus profetas.

El profeta verdadero es capaz no solo de decir, sino de llorar sobre el pueblo que ha abandonado la verdad». Y, de hecho, Jesús por una parte recrimina con aquellas palabras duras “generación perversa y adúltera” dice, por ejemplo -y por otra parte llora sobre Jerusalén-». ¡Un verdadero profeta es aquel que es capaz de llorar por su pueblo y también de decir las cosas fuertes cuando debe decirlas!

Querido Rafael, la Iglesia necesita profetas como tú. El profeta Ezequiel también se enfrentó solo contra todos los falsos profetas de Israel. Estos profetas no tenían nada que ver con el mensaje de justicia y de juicio inminente. En vez de esto, ellos profetizaron una era de paz, comodidad y prosperidad. Jesús advirtió: Si fueran del mundo, el mundo los querría como a los suyos. Pero vosotros no sois de este mundo, sino que yo los he escogido de entre el mundo. Por eso el mundo los aborrece. (Juan 15:19). Muéstrame a un creyente que se ha convertido tanto en un amante y hacedor de la verdad, y te mostraré uno que será rechazado y perseguido por toda la iglesia tibia.

La verdad libera. Te hace libre de predicaciones muertas, libre de pastores muertos, libre de tradición muerta, libre de doctrina de demonios. Cuando Jesús comenzó a poner luz sobre los  pecados escondidos, los judíos religiosos quisieron matarlo.

Anótalo bien Rafael, aquellos que te rechazan, aquellos que te abandonan por la verdad tienen una razón fuerte. Te ven como una amenaza contra algo muy querido por ellos. Tu vida separada es una reprensión a su tolerancia y tibieza.

¿Cuál es la recompensa? ¡Tener a Cristo de tu parte! Existen muchos otros premios por entregarse por completo, pero menciono solo éste porque es todo lo que necesitaremos. Pablo fue encarcelado en un castillo en Jerusalén con todo el sistema religioso deseando matarlo. La iglesia estaba escandalizada. Él fue acusado de contaminar el lugar santo, de predicar falsa doctrina. Hasta los soldados temían que Pablo fuera hecho pedazos; así que lo llevaron a la fuerza y lo encarcelaron en un castillo. Y la noche siguiente, presentándosele el Señor, le dijo: Animo, Pablo; que como has testificado de mí en Jerusalén, así es menester testifiques también en Roma. (Hechos 23:11). ¡Tú puedes enfrentar cualquier cosa y a cualquiera si sabes que el Señor está a tu lado!

Hermano Rafael, la gracia cara es la del cristiano que toma su cruz y sigue a Cristo. Es como Abraham cuando fue llamado y dejó su parentela, sus amigos, su ciudad, sus comodidades y costumbres. Luego se le pide que sacrifique a su hijo, el hijo de la promesa. Sin embargo obedece. Como él, la gracia no nos cuesta nada, sólo debemos obedecer. No debemos hacer nada. Solo tomar una decisión después de alcanzar la libertad y perderlo todo, para recuperarlo a través de nuestra comunión con Cristo. Es experimentar el Sermón del monte. Es dejarlo todo como aquellos a quienes les dijo: “Sígueme” y dejaron peces y redes; dejando su propia ley; aceptando no enterrar a sus muertos ni despedirse de lo más querido.

Es Gracia cara porque nos exige imitar la encarnación de Cristo para hacernos visibles en el mundo. Que vean que somos luz que ilumina las tinieblas; que ponemos sal en lo insípido. Que la Palabra, el Verbo, se hace visible en nosotros.

Comparto con mis lectores la publicación de Rafael Palomio en su Facebook

Todo lo que sigue es de él:

Hoy se cumple un año del Decreto Episcopal de la SUSPENSIÓN CAUTELAR del ejercicio del ministerio sagrado y demás oficios eclesiásticos con prohibición de residir en Conil de la Frontera hacia mi persona, presbítero de la Diócesis. El mismo fue entregado a uno de mis representantes legales por el D. Oscar González, Vicario General, en presencia de D. Fernando Campos, Vicario General de Pastoral, y D. Cristóbal Flor, Canciller Secretario.

Este Decreto es consecuencia de todo un proceso iniciado, el 19 de Septiembre de 2019, con el cese de profesor del Seminario y posterior amonestación, y agravado a partir del pasado 24 de Julio de 2020, cuando fui nombrado capellán para la prestación de la asistencia religiosa en el Hospital Universitario de Puerto Real a tiempo completo.

 En él, faltando a la verdad de los hechos, se hacen afirmaciones, como ya se denunciaron, que no corresponden a la verdad de lo sucedido, además de verter descalificativos hacia mi persona. Esos descalificativos han sido constantes en todos los documentos emanados desde el Obispado.

 A lo largo de este año, que no ha sido nada fácil, he tenido que defenderme con las únicas “armas” que tenía, la verdad de los hechos, y aún estoy a la espera de la respuesta judicial. Es un proceso lento, muy lento, donde las trabas son constantes. Y no sólo hablamos de la vía civil sino también de la eclesiástica. En la actualidad estoy a la espera de la respuesta al recurso que se planteó por vía penal. Y también a la querella presentada ante el Tribunal de la Rota, después de meses de envío de documentación a las Congregaciones del clero, de obispos y a la Secretaría de Estado Vaticana, sin respuestas de algunas de ellas.

 En este año he ido descubriendo la realidad de lo que supone la Suspensión cautelar: el olvido y silencio de muchos de tus compañeros, ni siquiera una simple llamada o un mensaje; la imposibilidad de celebrar misa públicamente, o cualquier sacramento, (incluso cuando asistía como un simple fiel sentado en los bancos de una iglesia se me pidió que no volviera más); la imposibilidad de ejercer tu oficio de canónigo y profesor del Seminario, aun cuando se revocó el cese; la reducción al mínimo de la asignación económica enviada por la conferencia episcopal; la exigencia por parte del Obispado de dejar la vivienda que habito; el freno y el silencio de resoluciones judiciales; la negativa del tribunal a aceptar todas las pruebas que se presentan para una justa defensa; la inquina y empecinamiento por hacer daño, a costa de lo que sea, de quienes se supone un plus de evangelio; la cantidad de mentiras que surgen como bulos por los corrillos eclesiales; y el bloqueo de documentos que deberían llegar a sus destinatarios, y han sido bloqueados o frenados en determinados despachos.

 Pero también he descubierto otras muchas cosas que me han ayudado a seguir con esperanza en esta lucha por la verdad: los verdaderos amigos y familia, que están ahí y no te han dejado ni un momento; aquellos que te han ayudado, incluso económicamente; los que han tenido un ratito para saber de ti, preguntar cómo vas; los que te han sentado a su mesa, para hacerte sonreír y disfrutar; los que abrieron sus casas para que no estuvieras sólo; los que mandaron un mensaje de ánimo y esperanza; los que han rezado por ti para que no desfallezcas; los pocos que vinieron a verte, a escondidas y con cierto temor; la música, los libros y la compañía de la televisión.

 Y, sobre todo, descubrir que Dios no te abandona, aunque muchos lo hayan hecho. Que Dios te sostiene en la palma de su mano. Que Dios te acompaña en tus silencios y en tu sencilla oración. Que Dios se sigue haciendo presente entre tus pobres manos al celebrar la eucaristía. Que sigues siendo sacerdote aunque les moleste y no te dejen ejercer públicamente. Que Dios hará que brille la verdad y salga a la luz la mentira, la inquina, y el desprecio a su Palabra.

 No guardo rencor a nadie. Y aún a pesar de sentir pena por la Iglesia que ha perdido el rumbo, que se ha deshumanizado, que ha olvidado el mensaje que lleva en su seno, sigo albergando la esperanza de que pronto despertaremos de este letargo y veremos un cielo y una tierra nuevos. Pues Dios es el que tiene siempre la última palabra; y todo esto forma parte de su historia de salvación, aunque no logremos humanamente entenderlo o comprenderlo.

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