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Olga Lucía Álvarez Benjumea: MI EXPERIENCIA COMO MUJER PRESBITERA EN LA RUTA PACIFICA DE LAS MUJERES.

Olga Lucía Álvarez Benjumea es una mujer que me recuerda al Jesús de los Evangelios. Una mujer entregada a las circunstancias vitales de los demás. Sigue el ejemplo de María, la madre de Jesús, que sale corriendo, llevándolo en su vientre, a compartirlo con su prima, pasando por terrenos peligrosos y María de Magdala, que también tiene prisa por llevar el anuncio, que Jesús, el Resucitado, le entregó para que lo llevara a sus amigos en Galilea.

Olga Lucía Álvarez Benjumea, una mujer de 79 años, aprendió en su hogar, con sus padres, a cultivar la fe y los valores cristianos, como ella misma describió en una carta que envió hace un año al papa Francisco, pero el “Santo Padre” todavía no le respondió, sin embargo Maradona visitó tres veces a Francisco en 2014, 2015 y 2016. «Lo recordaba con la oración desde que se enteró de sus condiciones de salud», contaban desde el Vaticano. Un futbolista de grandes condiciones deportivas pero de discutibles conductas cívicas y éticas. La Obispa quiere una sola cosa: que los jerarcas de la Iglesia Católica anulen la norma por la cual solo los hombres pueden ser ordenados como sacerdotes (Canon 1024): “El 8 de diciembre de 1965, durante el Concilio Vaticano II, en el discurso de Clausura, la voz de Pablo VI se dejó oír diciendo: “Ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumpla en plenitud, la hora en que la mujer adquiera en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzado.”

Olga Lucía tiene un tono de voz recio, de matrona antioqueña dispuesta a romper con tradiciones que para las mujeres, son cadenas. Una obispa fuerte, alegre y cercana, con convicción íntima de que han de cambiarse muchas cosas en la Iglesia y una de las principales es liberar las conciencias de las gentes y liberarlas de tanto temor inoculado en ellas por siglos. Trabajó en la oficina de Monseñor Gerardo Valencia Cano, como su secretaria, en Buenaventura y éste se convertiría en su maestro: “Nunca le vi mitra, báculo, ni color morado…” “Él fue el que me enseñó, me formó, me cuestionó, me impulsó al servicio de los más necesitados, en la Iglesia Pueblo de Dios”. “El que decidiera no llevar vestimentas diferentes, o clericales, no le hizo perder su dignidad, y autoridad como pastor. Toda la gente del Puerto de Buenaventura le quería, con todas sus veredas incluidas, a todos nos dejó, impresa la huella de cómo es el sentir y vivir el compromiso con la Iglesia y desde ella”

Afirmaba esta obispa en una entrevista: “Voy a pie, en bus, en el Metro, o en el Transmilenio (Bogotá). No tengo guardaespaldas.”

“Necesitamos curas, sí, pero diferentes de ellos”. “Muy fácil ser cura, cuando sólo buscan el poder y que les rindan pleitesía”

Cierto Olga “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo.” (GS n1) Por el momento, es la Iglesia de Base y las mujeres como tú, quienes ponéis todo esto en práctica. La jerarquía se limita a dar consejos sobre el particular, a conservar y guardar celosamente sus tesoros, y a luchar por las prebendas, a elaborar documentos que establecen normas y más normas, que al final deben ser cumplidas por el Pueblo de Dios, sobre todo por los laicos a los que se hace eternamente dependientes mediante una colonización de sus conciencias.

“No hay en Cristo y en la Iglesia ninguna desigualdad por razón de la raza o de la nacionalidad, de la condición social o del sexo” (LG. 32, b).

Lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios, y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a los fuertes;” (1 Corintios 1:27).

Todo lo que sigue es de Olga

MI EXPERIENCIA COMO MUJER PRESBITERA EN LA RUTA PACIFICA DE LAS MUJERES.

Más de 3.500 mujeres pacifistas irrumpimos exigiendo el respeto a la vida, en el grito profundo de nuestras entrañas: “Las mujeres no parimos hijos e hijas para la guerra”, “Para la Paz todo, para la guerra nada”, “Mujeres feministas por la Paz ”.

Olga Lucia Álvarez Benjumea ARCWP*

Es la tercera vez que participo como mujer presbitera acompañando a mi pueblo en sus luchas por la vida y la paz. La primera EE.UU pidiendo el cierre de las Escuela de las Américas, que entrena militares para la guerra en América Latina. La segunda vez fue en la población de Cañasgordas-Antioquia.

Desde que se hizo la propuesta de realizar una caravana de paz hacia el Bajo Cauca, se iniciaron los preparativos entre varios grupos, en sus diferentes lugares del país. Lo hicieron con gran responsabilidad y ética lo que fue muy bien reflejado en la realización de la Marcha que realizamos ayer, más de 3000 mujeres.

Nos citamos en el Parque San Antonio, no solo las que estamos en Medellín, sino las que fueron llegando del Sur del país, como Putumayo y Nariño. Para ellas fue doble el sacrificio, pues eran dos días de viaje, antes de llegar a territorio objetivo.

Esperamos su llegada, no nos conocíamos, pero al ver los rostros y los corotos que llevábamos en la mochila y el morral, nos íbamos acercando y nos saludábamos como si fuéramos viejas conocidas, vientos de desconfianza, miedos entre nosotras no había.

Mientras era la hora de la salida, que, por supuesto fue corrida esperando la llegada de las que faltaban que habían tenido dificultades por la lluvia, o los trancones en la vía. Se dio inicio al ritual de salida que se tenía preparado de antemano. Incienso, agua, flores, cintas, banderas, flautas, tambores, semillas, música, bailes y cantos, irrumpieron llamando a la Paz y a la Vida.

Todas reunidas, salimos a tomar los buses, fueron 20 buses de la Empresa Rápido Ochoa. Cada bus contaba con 2 conductores, 2 coordinadoras y varias servidoras, que se encargaron de subir lo necesario para el viaje, los fiambres, agua y el botiquín de las medicinas.

A 1.30pm salimos de Medellín, rumbo a la autopista hacia el Norte de la ciudad, buscando la salida, para tomar carretera plena de montañas, clima frio, cálido hasta bajar a la planicie del Bajo Cauca, hermosos paisajes, animales a la vista, lindas casitas campesinas.

Supuestamente el viaje era de 6 horas, pero la velocidad de la caravana, no nos lo permitió, eso que la Policía de Tránsito, nos colaboró, no dejando pasar carros particulares y dando la vía de preferencia a los buses de la Ruta Pacifica.

El tiempo que pasamos en el bus, pasó a segundo plano, la música que en todos los buses se dejó sentir, eran cantos que nos mantenían vivo el entusiasmo y nos hacía vibrar el alma, ante la experiencia que íbamos a experimentar y a vivir. La voz de Mercedes Sosa, sus canciones, y otras de actualidad como la canción “Sin Miedo”, “Latinoamerica Calle 13”, “Manos de Mujeres” “Mi libertad” y muchas más amenizaron nuestro viaje, colmando de energía y dinamismo nuestro espíritu.

Bajando a Valdivia, esperamos a las compañeras de Yarumal, Anorí y Valdivia.

El bus #20 tuvo un pequeño incidente con un motociclista, en solidaridad la caravana se detuvo el tiempo necesario, “lo que le pasa a uno lo sentimos todos”, esperamos hasta que el problema se solucionó. La misma actitud de solidaridad vivimos en los buses con las compañeras, si alguna necesitaba algo que no había traído, y necesitaba aparecía alguien que aquel bicarbonato, o aquella medicina para la presión o el dolor, o el mareo. Eso fue una actitud ejemplarizante y de agradecimiento siempre.

En las primeras horas de la noche, alcanzamos a ver los primeros caseríos, la población encerrada, pero en sus ventanas al paso de la caravana, divisamos caras amigas, que nos batían sus manos en gesto de saludo de paz.

Llegamos a la población de Caucasia, a las 11.30pm nos hospedamos en el Coliseo Municipal, ahí nos esperaba la Guardia Indígena quienes nos dieron el saludo de acogida en calle de honor a la entrada del Coliseo.

Cada grupo busco donde ubicarse y organizar su dormida, para extender sus colchonetas o esteras. Pero antes, buscamos los baños, la Guardia Indígena nos fue indicando donde había duchas, dónde los sanitaros y el cuarto para cambiarnos. ¡Limpieza, orden y disciplina para 3000 personas! Excelente.

Esperamos la llegada de las compañeras de otros sitios, al verles entrar aplausos y buena algarabía. Ya todas acomodadas, se escuchaba el “murmullo” de la plaza de mercado, pero el silencio llegó a las 2a.m. no propiamente para dormir, pues a Morfeo, al mismo cansancio no le dejaba dormir, a las 4am, se inicia la levantada, había tensiones y emociones juntas porque había que hacer algunos preparativos antes de iniciar la marcha el Parque. Buscar un cafecito, algunas fumar un cigarrillo, organizar la entrega de los desayunos, las pinturas para el cuerpo y las caras, preparar, banderas y festones.

A las 9a.m listas para la marcha, los equipos funcionando todas a las mil maravillas, hacia el Parque Municipal La Ceiba de Caucasia. El Cielo nos regaló un buen día, ni lluvia ni calor. Lenta pero firme iniciamos la caminata. El tráfico de vehículos, suspendido al paso de la marcha. La población nos mira sorprendida, las mujeres, abuelas, madres y niños, saludaban y aplaudían con viva emoción. Los rostros de los varones, austeros y sorprendidos. Pudimos observar que, al paso por el sector industrial y el comercio, los negocios no los cerraron, sabían que no habían   piedras ni petardos vandálicos.

No supimos que distancia hay entre el Coliseo que queda en las afueras de la población y el Parque de La Ceiba, pero si sabemos por el cansancio y la fatiga que cerca no era. Mi compañera de viaje, cada vez que veía un bosque decía: “allí está el parque”, y nada no era el parque. Veía un espacio sin árboles y decía: “por aquí vamos a salir, a la orilla del rio –Cauca-, y tampoco, con ese cuento nos llevó hasta que por fin vimos un aviso oficial indicando que ya estábamos “a la vuelta de la esquina” jajaja. Reconozco, que vibré cuando vislumbré el rio Cauca, levanté mi brazo derecho y emocionada lo saludé. El rio Cauca tantas noticias buenas y trágicas en sus entrañas que solo él puede contar.

Organizadas alrededor del Parque, el equipo encargado de los rituales, prepara el espacio, con todos los símbolos necesarios se inician los saludos protocolarios de parte de las diferentes instituciones de la localidad, el señor Alcalde, no se hizo presente, pero envió quien le representara. Contamos con la presencia de la señora alcaldesa del Municipio de Cáceres. Hubo diferentes representaciones artísticas. Habló la Presidenta del Movimiento de la Ruta Pacifica de las Mujeres, quien nos compartió acerca del comunicado de la Ruta con los acuerdos y propuestas sugeridas para proteger la vida y la paz en la región e insistir hacer de esta región un “corredor humanitario” donde se conserve y guarde la vida y la paz.

El acto terminó con un hermoso ritual de carácter sanador para la región, haciendo énfasis en el perdón y protección a la Madre Tierra, a los habitantes de la región y a nuestro rio Cauca.

Es bueno aprovechar de conocer sobre esta importante población que en sus inicios se conoció como Cassiafistula, debido a los árboles propio de la región de 12 y 13 metros de altos, a partir de 1926 se le llama como Causasia, conocida como la Capital del Bajo Cauca, por predominio y abastecimiento para los municipios cercanos. Su población son casi 80.000 habitantes en lo urbano y casi 14.000 habitantes en lo rural. Viven principalmente de la pesca, agricultura y minería.

Después de pasadas las 2pm empezamos a preparar nuestro regreso. Menos mal que los buses nos recogían y llevaban de regreso al Coliseo para recoger nuestros motetes y mochilas. Así fuimos saliendo alrededor de las 4.30pm rumbo de regreso a Medellín. Creo que intentamos dormir casi todo el viaje, antes de arrancar las coordinadoras, hicieron entrega del fiambre para la comida. Llegamos casi reventadas a las 12.30m. Nos dejaron allí donde nos habían recogido y de ahí cada grupo, buscó tomar su transporte hasta sus hogares.

Hubo presencia de algunos Medios de Comunicación como Teleantiqouia, el diario El Espectador y las redes sociales.

“Las mujeres no parimos hijos e hijas para la guerra”, “Feministas antimilitaristas”, “Para la guerra NADA para la PAZ todo” algunas de nuestras consignas.

Esta experiencia queda grabada en mi memoria y en mi corazón como fuente de esperanza, ante la protección por la vida y la construcción de la PAZ en nuestro país.

Nuestras felicitaciones al Movimiento Ruta Pacifica de las Mujeres, a todas las demás instituciones, a las compañeras por su preparación y entrenamiento en el desarrollo del proyecto.

Damos gracias a la Ruah que nos iluminó, acompañó y protegió siempre.

*Presbitera católica romana

Nov. 27/2921

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