¡Yolanda Díaz no se rinde!
La vicepresidenta segunda del Gobierno ha lanzado un buen
mensaje para navegantes: «Vamos a
derogar la reforma laboral a pesar de todas las resistencias».
Yolanda Díaz ha sido recibida con una ovación en el Congreso
de CCOO al grito de «presidenta
presidenta«. Y la vicepresidenta no les ha defraudado. Así, ha explicado
que su compromiso con los trabajadores se «cristaliza
en una decisión inalterable para este mismo año: la derogación de la reforma
laboral del partido popular».
Estoy convencido de que Yolanda Díaz es la mejor ministra de
Trabajo de la Historia de España; y no me equivoco si digo que millones de
personas de izquierdas sentimos que puede ser la próxima presidenta del
Gobierno de España. ¡Admiro su fortaleza, su capacidad de renacer
y de sacar fuerzas. ¡Admiro sus ganas de levantarse y continuar, su potencial
para seguir adelante!
¡Pedro Sánchez promete mucho y cumple poco! Me sorprende
la forma tan fácil y natural con que algunas personas asumen sus promesas. A
veces da la impresión de que para ellos es como si la vida fuera un juego en el
que puedes prometer cualquiera cosa, sin saber siquiera si estás en condiciones
de afrontarla en el futuro. Total, nadie te obliga a cumplir nada, por lo
tanto, no hay compromiso.
Todos hemos escuchado
a los abuelos hablar sobre aquellos lejanos tiempos en los que una promesa era
poco menos que un compromiso de vida o muerte. Lamentablemente vivimos en
un mundo donde existe una creencia general de que la palabra no vale nada. Un
mundo donde todo tiene que estar por escrito, notariado, archivado y con
testigos. A pesar de que todo lo anterior sea necesario, no podemos caer en la
creencia de que nuestra palabra no tiene valor.
No importa que lo que
te prometan sea algo trivial o algo muy importante, el compromiso de decir que
harás o darás algo, debería ser suficiente para que te hagas cargo de ello.
La voz es lo único que nadie puede quitarnos, pero la
perdemos poco a poco cuando hacemos promesas que sabemos que no podemos
cumplir, cuando se promete para salir del paso o dar largas a una persona,
cuando se engaña a alguien y para obtener algo se promete otra cosa, etc…
Sr Sánchez, en cuanto
a promesas, más vale pocas y verdaderas, que muchas y falsas.
Cuando alguien nos hace promesas que no cumple, dejamos de
creerle. Y es normal. Un ejemplo conocido por todos es el del pastor que
bajando de la montaña decía: “que viene el lobo”. Sin embargo, era mentira, su
intención era gastar una broma y asustar. Pero el día que realmente vino el
lobo… nadie le creyó…
Sin embargo, Yolanda
Díaz siempre ha querido hacer algo grande por los trabajadores. El político
de raza lleva en su ideal el pedigrí de la honradez, la inquietud por el
trabajo bien hecho. Faltan políticos, de verdad, que aborrezcan la mentira, que
amen el diálogo, que cumplan sus promesas, que busquen el acuerdo sin
partidismos. Me gustaría para este país
más políticos como nuestra Ministra que defienda lo mío, mi ciudad, que cree en
una España del Siglo XXI.
Con personas como la señora Díaz se nos muestra un camino de esperanza para volver a recuperar
el Estado de Bienestar y la
implantación del derecho laboral justo como vía para que, con los sindicatos,
los partidos de izquierda y las organizaciones ciudadanas, vayamos construyendo
una España mejor, más participativa del bien
común.
El político de raza
debe velar por los demás, mirar por su gente, por su comunidad, por las
necesidades de sus ciudadanos. Porque los problemas de la gente son sus
problemas y no el éxito propio.
Como decía Nelson
Mandela, la única manera de ser valiente es conquistar el miedo. Porque es
casi imposible vivir sin él, y nos estamos engañando si decimos que no tememos
a nada. El miedo nos ayuda a avanzar, a enfrentarnos a él y a buscar
alternativas. De esta manera, podremos conseguir todo lo que nos propongamos.
Hay pobres porque el
dinero no se pone al servicio de las personas.
¡Hay pobres porque se compra y se vende a los
hombres por dinero!
Hay pobres porque hay economistas, políticos, avaros… que
divinizan su dinero, matando por dinero a los pobres que (según ellos) les
amenazan… y que al fin sólo pueden emplear su dinero para comprar un
cementerio.
Pero gracias a Dios en
la historia de la lucha de clases bajo el dominio del capital, nos encontramos
con batallas en las que las mujeres como Yolanda despliegan toda su energía
y creatividad, acaudillando a las masas oprimidas, levantándose con ellas e
irguiéndose como valerosas combatientes contra la explotación y la opresión
capitalista. Tenemos que aprender de sus vidas y que éstas sirvan de
inspiración para las jóvenes generaciones de trabajadores y trabajadoras que
aspiran a ser sujetos conscientes de su propia emancipación.
José Carlos Enríquez Díaz
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