La izquierda está muy indignada con Pedro Sánchez, mientras que en la derecha están satisfechos…
Las injerencias de Nadia Calviño para evitar que se derogue
la reforma laboral y la decisión de Meritxell Batet de retirar la condición de
diputado al parlamentario canario Alberto Rodríguez han generado un
enfrentamiento que, incluso, está provocando que militantes socialistas estén a
favor de Unidas Podemos y se enfrenten a los seguidores más sectarios de Pedro
Sánchez.
El presidente sabe que el viernes, mientras él estaba en
Bruselas, se le levantó el escenario y le provocó una crisis con Podemos que
tendrá consecuencias inmediatas, incluso que podría llegar a la retirada del
apoyo a los Presupuestos Generales del Estado.
Los ciudadanos
todavía recordamos la maniobra que el PSOE bautizó como Plan de Empleo Juvenil
y que abría la puerta de la precariedad laboral. Era el primer contrato basura,
el minijob de los años 90, destinado a jóvenes de entre 16 y 25 años, por el
salario mínimo interprofesional, una duración de entre seis y 18 meses y
exenciones en las cuotas de la seguridad social para los empresarios.
Aquello resultó en una de las huelgas más memorables de la
historia reciente del país, la de diciembre de 1988, y la ruptura definitiva
entre el PSOE y su sindicato histórico, la UGT de Nicolás Redondo, que un año
antes había dejado su escaño en el Congreso por la deriva liberal de González.
La reforma laboral de
2010 le costó una huelga general a Zapatero. La advertencia era clara en las
calles. Más aún después del 15-M, que señaló la escasez de diferencias entre lo
que tuvieron a bien denominar partidos del régimen. La expresión PPSOE comenzó
a ser una constante que se vio más que justificada un fatídico agosto de 2011.
Fue cuando el gobierno ZP pactó con el PP la reforma del artículo 135 de la
Constitución Española.
El debate en el seno del Gobierno sobre la derogación de la
reforma laboral se agudiza. La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha pedido a la parte
socialista de la coalición que "se aclare" al respecto, ya que,
añadió, emiten mensajes diversos e incluso contradictorios. "No va de
quién lidera, va de qué vamos a hacer con la principal reforma del mercado de
trabajo de nuestro país", apuntó en declaraciones a los medios de
comunicación tras un acto en Santiago de Compostela junto al presidente de la
Xunta de Galicia.
Díaz entiende que los cambios en la legislación laboral,
recogidos en el pacto entre Partido socialista y Unidas Podemos, no son asunto
menor. "No derogar la reforma
laboral hoy es seguir manteniendo la precariedad en nuestro país",
declaró, "es que tengamos mujeres que limpian habitaciones por tres euros,
o que tengamos jóvenes que no conocen el trabajo decente".
Yolanda Díaz recordó además que la llamada mesa del diálogo
social, donde están representados patronal, sindicatos y gobierno, trabaja en
la derogación de la reforma laboral desde el pasado marzo. "Como pasó con el salario mínimo, es
evidente que hay una parte del gobierno que no quiere que se cambie el modelo
de relaciones laborales.
Pero hay más motivos de enfrentamiento: la llamada ley
mordaza, en realidad 'Ley de protección de la seguridad ciudadana', aprobada
también por Rajoy en los tiempos de manifestaciones y escraches por la crisis
financiera.
Afirma Lorena Ruiz
“Tenemos la suerte de vivir en una
sociedad pacífica que no necesita mayores ni más cruentas medidas de
represión. La seguridad que demanda la ciudadanía es otra bien diferente a la
que supone esta ley, que recorta los derechos de participación democrática.
La gente demanda una seguridad que implique el derecho a tener un trabajo
digno, una vivienda, y unos servicios públicos gratuitos, universales y de
calidad. Por eso, en Podemos decimos NO a la Ley Mordaza, y nos comprometemos a
derogarla en cuanto tengamos la oportunidad de hacerlo en el Parlamento
nacional”.
“PSOE y PP, la misma mierda es” fue una consigna repetida en
las manifestaciones de la lucha social, en España en los últimos lustros. No es
una verdad absoluta, pero ahí está, para tenerla en cuenta. Es lamentable ver
como cuando se trata de sus propios intereses económicos PSOE Y PP son capaces de ponerse de acuerdo…
Aunque Pedro Sánchez llegó a la presidencia con la promesa
de poner freno al fenómeno de las denominadas puertas giratorias mediante el
que los políticos encuentran acomodo en diferentes consejos de administración
de grandes empresas, en los tres años transcurridos desde su acceso a La
Moncloa no ha dejado de colocar peones en las diferentes compañías públicas o
participadas.
“Se acabaron las puertas giratorias. Hay que cerrarlas”. Lo
decía en una entrevista en televisión un Pedro Sánchez entonces sólo secretario
general del PSOE y al que le quedaban aún un par de años para entrar en La
Moncloa de la mano de la moción de censura que tumbó a Mariano Rajoy.
Fueron años en los que Sánchez cargaba contra el
“enchufismo” y contra los “dedazos” en los nombramientos de cargos públicos y
de éstos una vez abandonada la vida política, y en los que subraya que “puede
ser legal”, pero la política “tendría que ir dos pasos por delante de la
legalidad y dar ejemplo”.
El presidente ha dado ejemplos sobrados de que su
personalidad es mutable y reversible. El líder socialista ha abierto las
puertas giratorias que prometió tapiar, ha interferido en el poder empresarial
a golpe de 'dedazo' y ha añadido a la administración oscuridad en vez de
transparencia.
Como ejemplos están los políticos que, tras su retirada,
hallaron acomodo como consejeros en empresas públicas o participadas por el
Estado. Como José Blanco y José Montilla, que encontraron al despedirse de la
vida política una puerta que conducía al consejo de Enagás. Ambos, con su
currículum vacío de experiencias en la empresa privada y repleto de escaramuzas
políticas, están en nómina y participan en las decisiones clave de una compañía
especializada que garantiza el suministro de gas.
Existe una leyenda
urbana sobre ciudadanos probando Coca Cola y Pepsi e intentado distinguir las
dos bebidas azucaradas. Lo mismo nos ocurriría si nos diesen a probar una
hamburguesa (Burguer King/McDonnals) o si nos hiciesen distinguir entre las
políticas de los dos principales partidos políticos que hasta ahora han
dominado el espectro político nacional.
El comportamiento de
estos competidores responde a la ley de Hotelling o Principio de Mínima
Diferenciación. El economista de la Universidad de Stanford Harold
Hotelling postuló en 1929 que los vendedores rivales tienden a gravitar hacia
el otro en un ejercicio de similitud o camaleónico, para lograr mantener la
mayor cuota de mercado. ¿Para qué
innovar si para atraer a la mayoría lo mejor es mantenerme en la zona
confortable de los grises donde llegar a más consumidores?
Las desventajas para el consumidor son claras ya que pierde
diferenciación en el producto final ya que éste tenderá a parecerse al de sus
competidores, que sólo harán algún esfuerzo en términos publicitarios pero sin
calado en cuanto a lo que ofertan.
Nicolás Maquiavelo,
en “El príncipe» (XVIII, 466) dejó escrito: “Los hombres son tan ingenuos, y
responden tanto a la necesidad del momento, que quien engaña siempre encuentra
alguien que se deja engañar”. La
pura verdad es que en la actualidad somos “millones” los que votamos como
salvadores de nuestros males, a embusteros que se hartan de predicarnos
mentiras y patrañas.
El afán de poder nos sólo se reduce a la pertenencia a una
clase social. Este afán de poder sigue
ejerciendo una gran influencia, tanto en países capitalistas como en países
socialistas de muy distinto signo.
En su vida obras
paralelas afirmaba Plutarco que “el hombre es el más cruel de todas las fieras,
cuando a las pasiones se une el poder sin virtud” y Cicerón, en su arriesgado y
valiente ataque en sus “Verrinas” contra la corrupción del tirano Verres de
Silicia: “cuando los políticos no se rigen por la ética, son como las hienas a
la caza del poder”
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