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Corremos el riesgo de vivir dominados, controlados y dirigidos por una información mentirosa, por unos “medios” de comunicación al servicio de la Bestia.

Actualmente la mitad de las personas del mundo están conectadas con los servicios de alguna de estas cinco empresas: Google, Microsoft, Facebook, Apple y Amazon. A través de los mails que llegan a nuestros teléfonos, de la notificación a la foto que subimos hace un rato, de los archivos que guardamos en un servidor lejano, de los datos que está procesando con un software creado por ellos o por el paquete que espera desde el otro lado del mundo. Nuestra vida –y la de medio planeta– está en manos del club de los Cinco, un manojo de corporaciones que concentra tanto poder que gran parte de la economía, la sociedad y las decisiones del futuro pasan por ellas.

Todos ellos hoy integran una superclase de millonarios que desde la torre de sus corporaciones miran al resto del mundo (incluso al del poder de los gobernantes, jueces y fiscales) con la calma de los invencibles. Desde sus aviones privados o sus oficinas con juegos, mascotas y pantallas donde exhiben su filantropía por los pobres, saben que con un minuto de sus acciones en la Bolsa pueden pagar el bufete de abogados más caro de Nueva York o al financista que les resuelva en instantes un giro millonario a un paraíso fiscal.

Su dominio lespermite jugar un papel peligroso y desmesurado en la política y la cultura. Los gigantes de la red han ayudado a socavar la confianza en la democracia al subestimar la amenaza de los troles rusos, las fábricas de noticias falsas en Macedonia y otros agentes de manipulación. Al principio, Zuckerberg rechazó las críticas de que las noticias falsas que alojaba habían influido en varios procesos electorales, y las tildó de "surrealista". Pero ahora Facebook admite que, entre junio de 2015 y agosto de 2017, hasta 126 millones de personas pudieron haber visto contenido creado por un ejército de troles

¿Qué decir del imparable ecommerce, la multiplicación de contactos, seguidores o empresas a las que dar nuestro apoyo online? ¿Dónde quedan el papel, los spots o las cuñas radiofónicas cuando la inversión publicitaria online mantiene un crecimiento progresivo? ¿Desde cuándo? ¿Por qué? ¿Nos hemos dejado inducir por el marketing digital sin darnos cuenta? ¿Cómo responden los usuarios? ¿Qué supone para el mercado de trabajo? Y las empresas, ¿cómo están viviendo esta transformación digital? ¿Quién es apocalíptico y quién integrado a día de hoy?

Muchas preguntas para una sola respuesta: adaptarse o morir. La frase es tan antigua como la propia teoría del científico Charles Darwin, quien como es sabido argumentó que sólo las especies que se adaptaran al entorno lograrían vivir y sobrevivir en él.

En 2007, la mitad del tráfico de internet se distribuía entre cientos de miles de sitios dispersos por el mundo. Siete años después, en 2014, esa misma cifra ya se había concentrado en 35 empresas. En los últimos años, el negocio de la tecnología ubicó a solo cinco gigantes en un podio. Y nosotros contribuimos a eso.

El dominio de estas empresas ha hundido a las industrias de medios y a las editoriales. Entre 2006 y 2016, el gasto publicitario en los periódicos de EE. UU. disminuyó en casi dos tercios, y gran parte de ese dinero terminó en manos de Facebook y Google. Amazon también se ha convertido en un poderoso guardián digital para muchos otros tipos de ventas por internet, y manejó alrededor del 44 % de todas las transacciones de comercio electrónico en Estados Unidos realizadas el año pasado.

Sus plataformas les brindan un control sin precedentes sobre lo que vemos, leemos y compramos.

Gracias a los efectos de red, Facebook, Google y Amazon han capturado montañas de datos, que utilizan para refinar continuamente sus productos y servicios. Eso, a su vez, les otorga aún más usuarios, lo que genera aún más datos, y así sucesivamente. Cuando otras empresas muestran señales de éxito en sus mercados, a menudo, los gigantes de los datos las han adquirido gracias al elevado precio de sus acciones o a sus enormes reservas de efectivo. Facebook compró Instagram y WhatsApp; Amazon se quedó con Zappos y Quidsi, dos minoristas online de rápido crecimiento; y Google adquirió Waze, que estaba en vías de convertirse en un serio competidor de Google Maps. A veces, los consumidores ni siquiera son conscientes de esto.

Hoy en día lo saben todo de nosotros, incluso saben cosas que ni nosotros mismos sospechamos. Establecen perfiles psicológicos sobre nosotros tan perfectos que probablemente ni siquiera nosotros seamos conscientes de que ese es nuestro perfil psicológico.

Saben cosas de nosotros que ni siquiera nuestro círculo más íntimo, incluso nuestra familia, conoce.

“El mes que viene me voy de vacaciones a Londres”. Le dijo un amigo a otro durante una conversación privada en un local de copas donde el ruido de fondo era abrumador.

Los móviles de ambos, eso sí, situados sobre la misma barra del bar en la que conversaban. A los pocos minutos, cuando el futuro turista accede a sus redes sociales comprueba -con asombro- cómo le aparecen distintas ofertas y actividades sobre el destino al que viajará.

¿WhatsApp es gratis? Otra prueba más de que los móviles son nuestros mejores espías la encontramos con WhatsApp. Esa red de mensajería instantánea que usamos el 95% de los españoles mayores de 18 años. Esa aplicación móvil “gratis” donde el producto somos nosotros

¿Acaso pensábamos que iban a regalarnos algo gratuito de verdad? En internet nada se ofrece gratuitamente. ¡TODO LO QUE TENGA MICRÓFONO Y SE PUEDA CONECTAR A INTERNET NOS PUEDE ESCUCHAR! desde robots de limpieza, gadgets como Alexa, terminales móviles, etc. El futuro, va por ese camino y sin frenos. Y lo que es peor, bajo nuestro consentimiento en la mayoría de los casos: damos permiso al aceptar condiciones y términos de uso de las apps y webs.

La hipervigilancia se realiza con datos que además no hace falta que nos obliguen a darlos, nosotros voluntariamente aportamos una cantidad ingente de datos sobre nosotros mismos, por ejemplo, dónde vivimos, lo que gastamos, en qué lo gastamos, el coche que tenemos, las relaciones que mantenemos, a quién damos likes, a qué personas seguimos….

Todo lo que hacemos en los medios electrónicos, dentro de esta hiperconectividad, va dejando un rastro, va dejando una huella. Y todos esos millones datos, que son analizados por algoritmos, por la inteligencia artificial, permiten establecer esos perfiles psicológicos.

Afirma el experto en geopolítica Pedro Baños.  Los dos principales beneficiados de esta hipervigilancia, y por tanto de este hiperconocimiento sobre nosotros, son por un lado el mundo económico, el mundo comercial, y por otro lado el mundo político.

El jefe del Estado Mayor británico comentó que dentro de 10 años el 25% de su ejército estará constituido por robots, es decir, robots-soldados.

Un posible ejército de 120.000 unidades compuesto por 90.000 personas y 30.000 robots. Así imagina Sir Nick Carter, jefe del Estado Mayor del Ejército Británico, sus fuerzas armadas para 2030, tal y como él mismo ha explicado en una entrevista con Sky News. No obstante, también ha subrayado que no está estableciendo una cifra objetivo en sí misma, sino una visión de lo que el ejército británico podría llegar a ser.

Incluso el famoso libro de George Orwell "1984" se queda corto ante el panorama que nos podemos encontrar….

Respecto a la prostituta, signo usado en la Biblia para referirse a que todo se vende y se compra, es decir, se comercia la intimidad, Xabier Pikaza afirmó que “ese es el signo último del poder: todo poder en el mundo es prostitución. En esta compra-venta todos somos objeto de un poder maléfico, que nos trae y nos lleva”.

Xabier Pikaza se pregunta si el mundo puede destruirse solo o necesita que venga Dios a hacerlo. Cuestiona si en algún momento, los países inmersos en el sistema capitalista pueden renegar del mismo, enojarse con él, y darle “muerte”.

El Apocalipsis sí lo imagina. Dice: “las dos bestias, un día, se enojaron con la prostituta”. Es un símbolo muy bonito, a la prostituta se le utiliza; mientras te vale. Pero qué se hace al final: se la mata. El Apocalipsis está suponiendo que al final, cuando el mundo llegue a una especie de gran confusión, habrá un intento de acabar con el capitalismo mundial.

El libro del Apocalipsis ha vinculado de forma clásica la perversión político-militar (Primera Bestia, Ap 13, 1-10) y la perversión comunicativa o ideológica (Segunda Bestia o Seudo-profeta, Ap 13, 11-18).

Corremos el riesgo de vivir dominados, controlados y dirigidos por una información mentirosa, por unos “medios” de comunicación al servicio de la Bestia.

 

 

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