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Necesitamos obispos como el de Mondoñedo- Ferrol: hombres del pueblo, que vuelvan a los símbolos básicos de la vida, el pan y vino compartido, el amor a los necesitados, la gratuidad...

 

Informa un diario local: “El nuevo obispo de la Diócesis Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos, ha iniciado esta semana una serie de encuentros para conocer en profundidad su área de influencia. Así, aquí en Ferrol, realizaba el pasado lunes una primera visita a la sede de la delegación ferrolana de Manos Unidas. El titular de la Diócesis Mondoñedo Ferrol quiso conocer personalmente tanto al voluntariado de Manos Unidas como las instalaciones con las que cuentan en la calle Magdalena de Ferrol. El obispo se mostró muy cordial, cercano y demostró su empatía con la labor desarrollada por Manos Unidas.” “Ha llegado a la diócesis con un bagaje pastoral muy marcado por su paso por Cáritas y lo social y por su experiencia en el mundo rural” añade

Jesús no fue obispo al modo actual, sino un “lego”, hombre del pueblo, que volvió a los símbolos básicos de la vida, el pan y vino compartido, el amor a los necesitados, la gratuidad... No quiso crear instituciones sacrales mejores, ni un orden de ritos nuevos, sino abrir un camino de amor para todos los humanos...

En la Iglesia puede y debe haber en ella un tipo de “servicios”, en línea de evangelio.

En un mundo de disputas y enfrentamientos como el nuestro (año 2021), la iglesia sólo será signo de reconciliación y  futuro evangélico si  ofrece ejemplo verdadero de diálogo personal y social.

Decía D. Fernando hace pocos días “La misa del domingo es fundamental porque es base para el cristiano, pero no lo único. La Iglesia tiene que desarrollar una actividad muy larga durante toda la semana: acompañamiento de personas, preparación de sacramentos, compromiso con los pobres, formación del laicado, conocimiento de la fe...” “Las iglesias se construyen cuando hay una comunidad que tiene que tener una calidad humana. Donde hay una comunidad se puede y se debe celebrar una eucaristía, pero creo que debemos ir al modelo de los Hechos de los Apóstoles. Ellos van expandiendo la Eucaristía y haciendo Iglesia en torno a ellas, así que considero que debemos empeñarnos en crear comunidades” añadía

Lo más importante es que haya iglesia de Jesús en Mondoñedo Ferrol, es decir, una comunidad  responsable y gozosa de personas que comparten la palabra, se ayudan mutuamente y celebran el misterio de la  pascua de Jesús y la fraternidad universal en forma de eucaristía.

Allí donde están reunidos dos o tres en mi nombre allí estoy yo, dice Jesús… Allí está él, la vida de Dios, como palabras, como amor mutuo, como pan…

El texto de Mt 18 es taxativo. Los judíos de ley habían establecido un número de diez (y encima machos, varones) para que hubiera celebración judía. En contra de eso, los cristianos de Mateo, siguiendo a Jesús, establecieron que bastaban dos o tres para celebrar.

“Las vocaciones, a veces, solo las hemos limitado a la vocación sacerdotal y religiosa, y no hablamos de la vocación laical, familiar... La crisis de vocaciones a la vida sacerdotal indica la crisis de nuestras comunidades de saber engendrar nuevos cristianos que descubran que la vida es misión, es entrega, que Dios nos pide hoy algo a cada uno. Esto es tarea de todos: tenemos que profundizar en la vida cristiana y en la vida comunitaria.” Afirmaba hace unos días D. Fernando Cadiñanos.

Pues bien, este es un tiempo para que los grupos de cristianos sin cura externo se animen a celebrar por sí mismos, desde el evangelio. Jesús no dice: “Donde haya dos o tres reunidos en mi nombre que vayan donde el obispo y le pida cura…sino que celebren ellos mismo, que él, Jesús, está con ellos”. Como saben la carta 1 de Pedro y la carta a los Hebreos, todos los cristianos son sacerdotes, celebrantes de Dios, no público que consume misas en el mercado mejor o peor de la religión cristiana.

Nuestro obispo está demostrando con palabras y con  hechos su compromiso con la diócesis y el interés por los  más pobres.

Los ministros de la Iglesia que son “expertos” de Jesús, quieren ser y vivir como él, como portadores de su Palabra y servidores de su Vida, gratuitamente, por llamada o vocación de Jesús (del Dios de Jesús). Por eso los “ministros” de la Iglesia como D. Fernando saben ponerse al servicio de los demás, en especial de los pequeños y excluidos, necesitados. No consagran o defienden lo que existe, sino que quieren cambiarlo, como Jesús en una línea de acogida, animación sanación, con palabras y con obras. En esa línea se ha dicho que los primeros en la iglesia son los apóstoles (cf. 1Cor 12, 28): enviados de Jesús para ofrecer palabra y pan, esperanza y dignidad a los excluidos del orden familiar y social, sacral y económico del mundo.

La consecuencia ineludible de la conversión al reino es el compromiso y la lucha por una sociedad digna de los seres humanos, es decir, una sociedad en la que se respete y se garantice la igualdad en derechos de todas las personas. Y, además, una sociedad fraternal, solidaria, liberada de opresiones e injusticias. Más aún, una sociedad en la que, si algo se impone de verdad, debe ser la ley del más débil.

Obispos como usted son auténticos animadores y testigos de las comunidades.

Con obispos como usted  las comunidades cristianas, son garantes del camino del evangelio que hacen una iglesia bien visible, presente en todos los caminos de la vida, pero no en línea de poder, sino de animación, no como estructura sacral objetivada, sino como unión gratuita de amor abierta a todos.

Amor mutuo: eso es la verdad. Comunión afectiva y efectiva abierta a todos los humanos: eso es iglesia. Un largo y hermoso camino se abre en Mondoñedo-Ferrol.

José Carlos Enríquez Díaz

 


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