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El equilibrio

 

 

El espacio natural de Valdoviño es un humedal de referencia en Galicia, está declarado Lugar de Importancia Comunitaria y Zona de Especial Protección de Aves. Es un espacio estupendo para dar un buen paseo con niños, muy llano, que se puede hacer con sillitas, bicis o patinetes. Hay una ruta señalizada desde el entorno de la playa pequeña de Valdoviño, que podemos hacer de 4 ó 5 km ida y vuelta, según como vayamos de ánimos.

Caminar por Punta Frouxeira es estupendo. Podemos contemplar la ermita de Nosa Señora do Porto erguida sobre un islote o bien descubrir los túneles de las antiguas construcciones militares. Las baterías de costa y las instalaciones militares proliferaban en la Costa Ártabra durante el siglo XX para vigilancia marítima.

La playa de A Frouxeira ofrece olas de gran calidad para la práctica de surf y bodyboard a todos los niveles y a cualquier edad.

Hoy me ha sorprendido ver en el pinar de la playa unos jóvenes haciendo equilibrio sobre una cinta.

Me detuve para admirar como Inés Medem, una joven muy amable, -que además me ha dejado fotografiarla para el articulo de hoy, ¡Gracias Inés por la fotografía!- practicaba Slackline, un deporte de equilibrio que consiste en atravesar una cuerda plana enganchada entre dos puntos fijos en tensión. Por lo general se ubica entre dos árboles y es de unos 5 centímetros de anchura.

El eje principal de este deporte de equilibrio recae en la concentración del individuo, es decir, en su capacidad para mantenerse en una cuerda plana sin llegar a caer. Debido a esto, se puede considerar que la filosofía detrás de esta práctica tiene mucho que ver con la atención que se preste al momento exacto, al presente. Por eso, es de gran importancia la capacidad que tenga el practicante de slackline de aislarse de los elementos que le puedan distraer. De esta forma no se está ejercitando únicamente al cuerpo, sino a la mente al someterla a prueba, su fuerza.

La mente es un factor indispensable para llegar a dominar por completo esta disciplina; alguien desconcentrado no podrá llegar al final de la cuerda. Más que tener un cuerpo en buen estado físico, se trata de tener una fuerza mental única para la concentración total y el alcance de las metas establecidas, sin importar la dificultad. El positivismo, por igual sale a relucir para el alcance de dichas metas.

No debemos ayudarnos y apoyarnos en alguien; debemos encontrar el equilibrio y la concentración desde un inicio, aunque ello nos haga caer una y otra vez.

Al ver a Inés caminando sobre la cinta me ha hecho reflexionar en que hay personas que desarrollan una propensión mayor a ser dependientes emocionales y, además, hay quienes son buenos complementos de esas personas y demuestran una afinidad especial para convertirse en la muleta de quien necesita ese apoyo. De esta forma, cuando somos dependientes emocionales, nos convertimos en protegidos, lo que nos resta libertad, y esta relación complementaria puede ser negativa en ambos sentidos: uno demandando seguridad y otro sobreprotegiendo. Sin embargo, la vida precisamente consiste en en que uno mismo se equivoque, lo que conlleva un aprendizaje continuo, y el rasgo característico de las personas emocionalmente dependientes es que temen tanto errar o no ser valoradas, que prefieren que otra persona les empuje constantemente hacia delante.

La baja autoestima, y la percepción de que “sus decisiones siempre fracasan” se unen con el refuerzo negativo de sentir que el mundo está más en su contra, porque no les valoran o porque les desean el fracaso. Esto genera de forma inequívoca la necesidad de que alguien les apoye, necesitan que otro sea capaz de marcar su rumbo y de hacerles ver, de forma constante, qué decisión elegir y cómo manejarse por la vida.

 No resulta sencillo mantener el equilibrio emocional. Una mala noticia, una discusión o un hecho inesperado puede trastabillar nuestra rutina. Una dinámica diaria que en ocasiones no nos permite pararnos y reflexionar sobre nuestro bienestar emocional.

Según la Real Academia Española (RAE), las emociones son una alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática. Es decir, se trata de estados afectivos y reacciones totalmente subjetivas que vienen acompañadas de transformaciones orgánicas y fisiológicas.

Cuando conocemos el papel de las emociones, podemos llegar a conocernos mejor a nosotros mismos. Una óptima gestión de las emociones equivale a tomar mejores decisiones, ser más flexibles cognitivamente y controlar mejor todo lo que ocurre en nuestra vida. En definitiva, nos ayuda a saber cómo encontrar un equilibrio emocional.

En ese sentido, cuando hablamos de equilibrio emocional nos referimos a la estabilidad necesaria para alcanzar cierto estado de calma o armonía. De la misma forma que tiene gran importancia la capacidad que tenga el practicante de slackline de aislarse de los elementos que le puedan distraer, también tiene importancia aprender a desligarnos de nuestro pasado. Para qué rumiar cosas pasadas. Todo lo que sucedió pasadas unas horas ya es agua pasada. Pero nosotros podemos mantener el agua estancada con nuestros pensamientos. Tampoco debemos perder el tiempo inquietándonos por el futuro. El color de una flor sólo se conoce cuando se abre el capullo. Jesús de Nazaret llamó “necio” al hombre que se inquietaba en lo que tendría que hacer para recoger toda su cosecha, que según él, no cabría en sus graneros.

   “Que bien sé yo la fuente/ que mana y corre, / aunque es de noche”. San Juan de la Cruz.

Aunque muchas veces es de noche en nuestras vidas y apenas si podemos encontrar un poco de luz que nos oriente, es necesaria alguna claridad que nos ayude en nuestro caminar incierto. El final del camino se ha descrito de muchas maneras: el nirvana, la iluminación. No está en nuestras manos abrir nuestros ojos. ¡Ni siquiera sabemos que estamos ciegos! Pero otros hombres han tenido la gran experiencia, y nos han hablado de ella. Es muy importante que sepamos que hay otra luz que clarifica toda la existencia, y que comprendamos también el camino para llegar a ella. Adentrémonos en él decididamente. Cuando sintamos el sufrimiento, y nos demos cuenta de que no se trata sólo de aliviarlo, sino de reemprender una nueva marcha, es el momento oportuno.

Algunas veces es la llamada de una luz interior que se enciende dentro de nosotros  la que nos pone en movimiento. Los hombres y las mujeres se sienten “heridos”, como en la famosa estrofa de San Juan de la Cruz, y gritan decididamente: “¡Basta ya de estupideces!” Es el inicio de un largo viaje. Dichoso el que puede encontrar siempre un maestro que sabe dónde se encuentra el discípulo y cuáles son las recomendaciones que deben darse en cada trayecto del camino. Triunfar como persona es aprender a superar una tras otra las distintas etapas del recorrido…

José Carlos Enríquez Díaz

 

 



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