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Sandra Schnell, la primera mujer que dirige una parroquia en la diócesis alemana de Essen

 



La agente de pastoral, Sandra Schnell, es la primera mujer que accede a dirigir una parroquia en la diócesis alemana de Essen. La parroquia de San Mateo está en la ciudad de Altena.

"Sólo el sacerdote puede administrar los sacramentos", explica Sandra, madre de cuatro hijos. Lamenta que sólo los hombres tengan este derecho: "Me gustaría que las mujeres tuvieran parte en todos los cargos de la Iglesia. Que haya más igualdad en este ámbito", dice. Ella dirige el equipo de pastoral, realiza tareas de representación y celebra funerales y servicios de la palabra. Sandra Schnell espera que pronto haya más mujeres al frente de las parroquias. Que esto "amplíe la visión de quienes sólo conocen la imagen tradicional de la Iglesia", porque hay 'otra manera' con líderes femeninas que contribuyan a la actualidad eclesiástica con todos sus conocimientos y habilidades".

No sé cuántas veces  he escuchado; paradójicamente el argumento que siempre lo dice algún obispo o sacerdote. Comienza así: “¿Saben por qué Jesús eligió a hombres para ser apóstoles y para que desempeñaran el sacerdocio ministerial?”.

 La primera exclusión que vivieron las mujeres fue la de la palabra en los albores del cristianismo primitivo, pues las mujeres fueron silenciadas, desapareció la profecía en primer lugar junto con las mujeres apóstoles, después la diakonía, las mujeres presbíteras, y solo se dejó paso a las mujeres conocidas como vírgenes, mujeres que huyeron de matrimonios forzados y que en el cristianismo encontraron un espacio de libertad. Finalmente, estas mujeres vírgenes fueron sacrificadas y convertidas en mártires. Solo así pudieron trascender en la historia de la iglesia escrita por hombres. Esto culminó a principios del S. II con Ignacio de Antioquía quien estipuló la jerarquización de la iglesia con el triple ministerio, diácono, presbítero y epíscopo, los tres solo asignados a los hombres. En el año 325 con el concilio de Nicea se prohibió la ordenación sacerdotal de las mujeres.

«Subieron a la sala superior donde se alojaban. Eran Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el celota y Judas el de Santiago. Todos estos perseveraban con un mismo interés en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y sus hermanos» (Hch 1,13-14). En el Pentecostés del libro de los Hechos la mayoría son mujeres...

Sin su presencia en la primera comunidad la Iglesia hubiera perdido un elemento fundante de la historia y plenitud del Cristo. Todo nos lleva a pensar que el Pentecostés de la Iglesia empezó con ellas. Ellas fueron las primeras que recibieron el Espíritu de Jesús, en un lugar familiar, llamado el "cenáculo", que es algo así como el lugar donde ellas recrean la comunidad de Jesús... Sin estas mujeres no había habido Pentecostés. Éste es su lugar, el Cenáculo de la Iglesia, la Cámara del Espíritu Santo

Estamos acostumbrados a imaginar a los apóstoles como si hubieran sido todos varones. Sin embargo, pocos saben que hubo una vez una apóstol mujer, muy amiga de San Pablo, que trabajó posiblemente en la ciudad de Éfeso y que incluso fue encarcelada con él.

Su nombre era Junia, y aparece mencionada al final de la Carta a los Romanos. Allí San Pablo, al despedirse de sus lectores, les dice: “Saluden a Andrónico y a Junia, mis parientes y compañeros de prisión, ensalzados entre los apóstoles, que llegaron a Cristo antes que yo” (Rm 16,7).

Resulta asombroso que Pablo no sólo le dé el título de apóstol a una mujer, sino que incluso diga que es “ensalzada” entre los apóstoles, es decir, que su fama sobresale por encima de los demás apóstoles. Debió de ser realmente una mujer extraordinaria.

El teólogo Juan José Tamayo, teólogo español, nos recuerda que el movimiento de Jesús fue de seguidores y seguidoras. Las mujeres fueron las primeras que vivieron la experiencia de la resurrección, ante la incredulidad de los discípulos. Es esta experiencia la que da origen a la Iglesia cristiana. Ellas son parte de la fundación del cristianismo, aunque todavía hay muchos que lo niegan. Jesús eliminó el templo como lugar de culto proponiendo como alternativa la adoración “en espíritu y en verdad”. El cristianismo, como dijera lúcidamente Díez-Alegría, es una religión ético profética, no ontológico-cultural. Con la historia de la Iglesia en la mano y las investigaciones arqueológicas puede afirmarse que durante varios siglos las mujeres ejercieron funciones sacerdotales y episcopales.

Sería maravilloso si la Iglesia en su conjunto reconociese que, según el Nuevo Testamento, las mujeres hacían la función como líderes – como apóstoles, profetas, evangelistas y pastores-maestros – y que eran respetadas y valoradas en estas funciones, por tales personas como el apóstol Pablo. La misión de la Iglesia sólo puede ser mejorada y ser más eficaz cuando los hombres y las mujeres dotados como ministros entre sí, utilicen sus habilidades y capacidades complementarias. Los hombres y las mujeres deben estar unidos en la causa del evangelio y en la edificación del cuerpo de Cristo, así como en el equipamiento de la gente de Dios para alcanzar a los perdidos (Efesios 4: 11-12.).

Las iglesias son como los museos, en ellas también quedan fósiles dentro…. Las mujeres han tratado de estar presentes durante la historia. Ya en la Edad Media, la asociación de mujeres católicas como las Beguinas se negaron a someterse a los designios de los hombres y vivían en comunidades propias. También existen otros ejemplos de mujeres como la de la franciscana Mariana Mogas, que se hizo cargo de la educación femenina cuando la sociedad no se ocupaba de ella. Pero es cierto que después del Vaticano II lo que está habiendo en la realidad es una marcha atrás. La Iglesia discrimina a la mujer porque ha sido así desde siempre y al final estamos dentro de un patriarcado.

En el griego, no hay ningún indicio de que Efesios 4:11, o cualquier otro versículo que habla de los dones espirituales, incluyendo los de liderazgo y enseñanza, se aplique más a los hombres que a las mujeres. Por el contrario, cada versículo del Nuevo Testamento que habla de los dones espirituales, manifestaciones, o ministerios es completamente libre de cualquier sesgo de género en el griego. (Los versículos que mencionan regalo ministerio espiritual: Hechos 2: 17-18; Romanos 12: 6-8.; 1 Corintios 12: 7-11. Y 27-28; 1 Corintios 14: 26-33.; Efesios 4:11. -12;. Hebreos 2: 4; 1 Pedro 4: 9-11.).

Unas mujeres nos han sobresaltado, dicen los de Emmaús (Lc 23). Sin este sobresalto de las mujeres no habría existido Pentecostés. Lo cierto es que las hallamos luego en Jerusalén, formando la primera Iglesia, con los apóstoles.

La recuperación de la figura de María de Magdala como la apóstol de los apóstoles, como la testigo primera de la resurrección y como la primer mujer que recibió el envío de parte de Jesús resucitado, coloca ahora a las mujeres en un liderazgo sin precedente en los albores del cristianismo, y en la primacía de la iglesia que Jesús quería.

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