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Las Comunidades Cristianas Populares de Andalucía, contra las apreciaciones del arzobispo de Granada en su homilía del pasado domingo en la catedral

 


D. Javier Martínez, llegó a decir que “la ley de la eutanasia y la ley trans son criminales”y “una ofensa a la razón”. El jerarca católico manifestó que “la realidad es la realidad” y “quien ha nacido hombre será siempre hombre; quien ha nacido mujer será siempre mujer”, “le pongan las hormonas que le pongan” o al margen de “las operaciones que le hagan”. Este señor se cree por encima de lo divino, de lo humano y de la ciencia.

"Jesús de Nazaret nunca condenó la homosexualidad, fue Pablo de Tarso el que señalaría, desde su educación y formación farisaica, a los adúlteros, afeminados, homosexuales, ladrones, borrachos, como excluidos del Reino de Dios (Cor 6, 10)"

¿Cómo es que Jesús no opinó o aludió nunca a esa cuestión? Un número creciente de biblistas, como T. Horner (1978), M. Gray-Fow (1986), G. Theissen (1987), D. Mader (1992), J. E. Miller (1997), T. D. Hanks (2000), T. Jennings (2004), T. Benny Liew (2004), R. Goss, y X. Pikaza (2006), sostienen que no hallamos en los Evangelios referencias a ella porque Jesús nunca condenó expresamente la homosexualidad.

Jesús asumió, practicó y confirmó muchas de las prácticas de la tradición judía en la cual fue educado. Por otro lado, demostró mucha libertad frente a las costumbres de su pueblo, distanciándose de todo tipo de discriminación social y asumiendo con firme delicadeza la defensa de los marginados de su tiempo, como ilustran las historias de la mujer adúltera (Jn 8, 1-11) y de la mujer de mala fama (Lc 7, 36-50), cuyos delitos estaban precisamente en el área sexual. Sin embargo, ni para atacarlos ni para defenderlos Jesús se refirió a los homosexuales. Sobre varios asuntos de orden sexual habló Jesús. Matrimonio, adulterio y divorcio fueron temas de importantes discursos realistas y a veces innovadores, hasta revolucionarios. Pero sobre la homosexualidad, ni una palabra.

Sin embargo el relato del ‘esclavo’ del centurión (Mateo 8:5-13; Lucas 7:1-10), ha dado que pensar en relación a este tema”, ya que en el griego el término “criado” se puede traducir por “amante”.

Puesto que el centurión “quería mucho” al siervo, algunos teólogos llegan a la conclusión de que disfrutaban de una relación homoerótica juntos. De modo que el centurión pide a Jesús que cure a su amante y Jesús responde de manera positiva”.

Todas las personas, independiente de su identidad, expresión de género u orientación sexual, merecen un trato digno. La discriminación y la violencia parten de ver a la otra persona como inferior. Cuando esto ocurre, las personas dan un trato desigual, hacen comentarios despectivos, chistes, insultos para dejar en claro que esa persona no es valiosa, que no es igual.

Ya ha pasado tiempo desde que la Organización Mundial de la Salud eliminó a la homosexualidad de su lista de enfermedades. Esto sucedió el 17 de mayo de 1990, reconociendo que nunca debió haberla incluido en ese listado. La OMS ha declarado que la homosexualidad es una más de las condiciones intrínsecas  de la sexualidad humana, y por tanto, no es una desviación, perversión, ni una anormalidad que necesite de un tratamiento.

En la Grecia clásica tanto filósofos como guerreros o políticos tenían jóvenes discípulos a los que educaban y amaban, asociando la pederastia con la educación. En época romana la relación entre educador y discípulo se hace más distante, pera no hay prohibición legal de la homosexualidad hasta el sigla 111d.C.

La Iglesia primitiva se desinteresa de la homosexualidad; las leyes de algunos Papas y emperadores prohibían la prostitución pasiva y a los afeminados, pero en general las gays y lesbianas pasaban inadvertidos. Avanzando la Edad Media se sabe que importantes eclesiásticos mantenían relaciones homosexuales y que los cristianos, en general se mostraban tolerantes hacia las prácticas homosexuales. En cambio, a finales del siglo XII la situación social se vuelve contra las minorías y la homosexualidad es reprimida desde la teología y en muchos escritos  jurídicos. Los escolásticos fijan una doctrina moral que permanece actualmente presente en un tipo de literatura maldita, desde la griega clásica hasta ejemplos de mediadas del siglo XX.

El teólogo Chao Rego revisa el origen del «pecado de sodomía» a partir de los textos religiosos. Contaminación, abominación, acto contra natura, inmoralidad: así es considerada la homosexualidad por el hecho de no ser procreadora. Para Tomás de Aquino, por ejemplo, por defender la «ley natural (la relación sexual procreadora), resulta más grave la masturbación que el incesto ya que en ella se derrama semen y actúa contra natura; sin embargo, sí un hombre se deleita con su madre puede, al menos, engendrar una criatura. Una veneración del semen que casi llega a la superstición y, sin duda, el antropocentrismo  sexista de la Iglesia, pueden ser los motivos para los que la legislación eclesiástica y la tradición cristiana en general penalizan severamente los actos homosexuales de los hombres, pero se desentienden prácticamente de los realizados por mujeres. Según el catecismo de la Iglesia Católica, la homosexualidad no es aprobada en ningún caso y los homosexuales deben resignarse a la castidad, Chao Rego concluye que son pares y crueles afirmaciones que proceden de una institución que cada día padece más denuncias por los abusos sexuales y además la pederastia de ilustres miembros (…) No es  la debilidad de esos miembros lo que aquí juzgamos, sino el cinismo de la Empresa (pp. 150-151).

"La Iglesia católica necesita, como han hecho otras iglesias, estudiar la Biblia, algo que hasta hace poco los católicos teníamos prohibido. Y si la conocemos, evitaremos errores como otorgar credibilidad histórica a Adán y Eva, o dogmatizar con temas como la homosexualidad", sostiene Jaime Vázquez.

En 1948, tuvo lugar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en cuyo primer artículo se afirma que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Completado con el artículo segundo al referirse a que no debe existir distinción alguna de “raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole”. Es más, el artículo doce señala al que ose entremeterse en la “vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación”. El artículo16: 1 proclama que “los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia (no indica que tenga que ser exclusivamente heterosexual el matrimonio). ¿Cómo puede negar la Iglesia este derecho humano?

Como plantea el teólogo José María Castillo, el Estado Vaticano “pone de manifiesto la contradicción en que vive una institución religiosa que, por boca de su autoridad suprema, exhorta a los demás al cumplimiento de los derechos humanos, al tiempo que en esa misma institución, tales derechos no se ponen en práctica (…) Los súbditos del Estado Vaticano carecen de derechos debidamente garantizados, es evidente que dentro de ese Estado no resulta posible reconocer y poner en práctica los derechos humanos”.


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