La unidad de los cristianos
El ecumenismo es “una gran empresa
con pérdidas”. Pero se trata de pérdida evangélica, según el camino trazado por
Jesús: “El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por
mi causa la salvará” (Lc 9,24)”, dijo el Papa Francisco este 21 de junio de 2018
durante su peregrinación ecuménica en Ginebra con motivo del 70 aniversario de
la fundación del Consejo Mundial de Iglesias. “Las distancias no son excusas;
se puede desde ahora caminar según el Espíritu: rezar, evangelizar, servir
juntos, esto es posible y agradable a Dios. Caminar juntos, orar juntos,
trabajar juntos: he aquí nuestro camino fundamental”, añadió.
Si no queremos que las iglesias se vacíen aún más, es necesario centrarse en lo esencial”. Es la reflexión que el cardenal Walter Kasper hace sobre la necesidad de dar pasos en el
diálogo ecuménico. Cuando decimos “Padre nuestro” resuena dentro de nosotros
nuestra filiación, pero también nuestro ser hermanos. No daremos fruto si
no nos ayudamos mutuamente a permanecer unidos a él. “Nosotros en Occidente estamos en la peor crisis desde el colapso del
Imperio Romano. No vemos este colapso claramente porque está oculto por
nuestra riqueza. Pero no se equivoquen: los pilares fundamentales de la civilización occidental se están
desmoronando, ninguno más severamente que la Iglesia.” Afirma Rod Dreher
en su libro la opción benedictina.
La
"Charta Oecumenica" es el primer documento conjunto
publicado por las Iglesias europeas en los últimos mil años. Firmada en
Estrasburgo el 22 de abril de 2001 por el cardenal Miloslav Vlk y Jeremias, y
traducida a 24 idiomas, establece doce objetivos, también con vistas al proceso
de integración europea. Entre ellos: proclamar juntos el Evangelio;
responder a la llamada a la unidad; trabajar juntos; rezar juntos; continuar el
diálogo; reconciliar a los pueblos y las culturas; contribuir a la formación de
Europa; salvaguardar la creación; profundizar en la comunión con el judaísmo; promover
las relaciones con el Islam y otras religiones y visiones del mundo.
“También es una crisis de FRAGMENTACIÓN. En nuestro tiempo, las
personas han perdido el sentido de unidad y propósito. Ya no
sentimos que somos parte de una comunidad más amplia. El individualismo radical
es la nueva normalidad. Los antiguos vínculos de familia y comunidad se han
disuelto en su mayoría.” Añade.
Holanda acumula el 44 por ciento de ateos, el cual decidió transformar
las iglesias en librerías, cafeterías y lugares para el entretenimiento y el
esparcimiento.
“La
lengua materna de Europa es el cristianismo”, dijo el gran escritor alemán
Johann Wolfgang von Goethe. Por el momento, la “lengua materna” de que hablaba
Goethe se ha reducido, en Europa, a un susurro apenas perceptible. En su
lugar, se puede oír, cada vez más poderosa, la “lengua islámica”. Mientras
crece el número de mezquitas, unas iglesias cierran por falta de uso y otras
son atacadas o profanadas. En el país galo hay 45.000 iglesias, de las
cuales 10.000 están en peligro de ser destruidas. Numerosos templos
cierran, por falta de culto, y son derruidos para construir parkings o
supermercados en su lugar. El 12,4% de
los habitantes de Londres es musulmán y la población islámica
creció de 1,5 millones en 2001 a 2,7 en 2011.
La actual Europa se está hundiendo por las mismas causas que provocaron
la caída del antiguo Imperio Romano: por la pérdida de los grandes valores, la
descomposición de la familia y el descenso de la natalidad. El Imperio Romano
llegó a ser una organización admirada y estable durante muchos siglos, pero,
como ocurre con la Europa actual, sus políticos lo llevaron a la ruina y la
pérdida de valores hizo posible su hundimiento.
En primer lugar, hay que aclarar, que
el movimiento conocido como “Ecumenismo”, tal como lo conocemos hoy, tiene sus
orígenes en el mismo protestantismo del siglo XX. Luego, la Iglesia Católica
iría asumiendo su rol en este sentido, propiciando encuentros y acciones
tendentes en busca de unificar elementos comunes y posibles vías para la unidad
entre toda la cristiandad.
Ecumenismo
es un movimiento o tendencia dentro del cristianismo que aspira a la unidad de
las iglesias, con el fin de superar las divisiones. Del latín oecumenicus o
“tierra habitada”, el término se utilizaba en el imperio romano para referirse
a los territorios dominados por Roma donde los cristianos tenían sede,
expresando al mundo como una totalidad que superaba los límites geográficos, en
referencia a las tierras conquistadas.
Si comprometemos la doctrina
respecto a las creencias fundamentales de la fe cristiana, si no
deshonramos o ignoramos el evangelio, si los creyentes podemos mantener
un claro testimonio ante el mundo, y si Dios es glorificado, entonces podemos
de manera libre y gozosa, unirnos con otros creyentes en la búsqueda del reino
de Dios. De ahí
que el diálogo ecuménico sea todo lo contrario de una renuncia de la propia
identidad en aras de una mezcolanza ecuménica. A medida que nos acerquemos a Jesucristo
nos acercaremos entre nosotros.
El don del ecumenismo ha de consistir
en descubrir que no somos extraños ni rivales unos para otros, sino hermanos y
hermanas en Cristo. Nunca podremos estar suficientemente agradecidos a Dios por
este regalo. No debemos dejar que la alegría de este regalo de Dios se vea
empañada por el hecho de que afloren diferencias y problemas. La unidad de los
cristianos es un encargo de Jesucristo, quien oró para que todos fuéramos uno
(Juan 17,21).
El
ecumenismo acontece dándose testimonio de la propia riqueza, para aprender así
unos de otros. Todavía nos conocemos
demasiado poco y por eso nos amamos demasiado poco.
Así también
el dialogo ecuménico sirve en sentido análogo a lo que Pablo dice: “Cuando os
reunáis que cada uno aporte algo” (1 Cor
14,26)
Los católicos pueden aprender de los
hermanos evangélicos sobre la importancia de la Palabra de Dios, La lectura y
la exégesis de la Sagrada Escritura; los evangélicos, por su parte, pueden
aprender de los católicos la importancia de los símbolos y celebraciones
litúrgicas. Seamos una bendición unos para los otros.
No olvidemos que son fundamentalistas los que condenan a todos los restantes movimientos cristianos, creyéndose a sí mismos portadores de la única verdad y utilizándola religión (el evangelio) como arma arrojadiza contra la historia y estructura actual de la iglesia.
Se dice que
dentro de la Iglesia católica este tipo de fundamentalismo está ganando terreno
tras el Concilio Vaticano II. Parece que hay grupos que tienden a cerrarse en
sí mismo, buscando la seguridad doctrinal e institucional. En esta línea hay
que insistir en la existencia de un fundamentalismo jerárquico, cuyas notas
básicas serían: (a) La defensa de la iglesia jerárquica como portadora de todos
los poderes de Cristo; (b) La separación de la Iglesia católica respecto de las
demás iglesias y comunidades cristianas, pues sólo la Iglesia católica es la
verdadera. (c) El rechazo de las demás religiones, poniendo de relieve que sólo
en la Iglesia Católica se puede dar y se da la salvación.
José Carlos
Enríquez Díaz
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