¿Por qué no ha salido a defender a Ceuta y a los emigrantes Rafael Zornoza, el obispo de Cádiz y Ceuta?
Una situación tan indigna e indignante
que clama al cielo y que hizo moverse a algunos obispos. Pero El obispo Zornoza
Tacebat…
“Los hechos
se están produciendo en la diócesis de Cádiz y Ceuta, de la que es titular
Rafael Zornoza. ¿Dónde está el obispo? ¿Por qué se ha escondido? ¿Por qué no ha
dado la cara? ¿Por qué no ha salido a defender a Ceuta y a los emigrantes
utilizados?”
pregunta José Manuel Vidal en Religión Digital “Éstas y otras preguntas
parecidas son las que se hacen muchos de los curas y numerosos fieles tanto de
la cuidad autónoma como de la provincia de Cádiz. Y desde los sectores más comprometidos
sobre todo llueven las críticas contra el obispo: "Monseñor Zornoza es un obispo empresario, que parece estar
pendiente sólo de la manera de acumular dinero para las arcas diocesanas y de
repartir baculazos entre los sacerdotes que no le bailan el agua, como
demuestran los casos de los curas Rafael Vez y Antonio Casado. En Ceuta le queremos ver, acogiendo al
forastero y dando de comer al hambriento". Añade José Manuel
El papa Francisco comenzó su pontificado, en aquel
encuentro con los periodistas que habían cubierto el Cónclave, con una frase que
arrancó el aplauso del auditorio: “¡Cuánto
desearía una Iglesia pobre y para los pobres!”. Muchísimas personas de la
administración religiosa han sido y son ejemplo de honradez personal y
eficacia. Pero el sistema eclesial católico ha tendido a convertirse en mercado de divisiones y seguridades sacrales poderes
e influjos, al servicio de un Dios al que habíamos identificado con un tipo de
administración religiosa.
Algunos eclesiásticos han caído en la
trampa de la planificación y el mercado, aplicando a la iglesia católica las
formas del sistema, sobre todo en la organización de ministerios. Tanta inversión en seminarios, con
tales vocaciones y tantos resultados. Por suerte, la fascinación del mercado ha
quebrado. Dicen que se ha invertido mucho y parece que no se ha recogido nada.
¿Puede hacer algo más la Iglesia? ¡Puede y debe implicarse, pasar a la acción. Con hechos y gestos concretos.!
La Iglesia
saldría ganando en reconocimiento y credibilidad social. Demostraría con gestos y hechos concretos sus profundas entrañas de
misericordia. Porque la gente ya no cree en palabras. Sólo se fía de los
hechos.
En eso, sólo
en eso, nos reconocerán como discípulos de Cristo. Y si no damos trigo en las
duras, no esperemos que nos escuchen predicar en las maduras. Ésta es la nueva
evangelización que se está esperando en la calle como agua de mayo.
“No os hagáis tesoros en la tierra,
donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino
haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde
ladrones no minan ni hurtan” (Lc 12,19-20). Consejo evangélico preceptivo para todo creyente en
Cristo. Por eso el papa Francisco subraya algo que es muy claro: «No deben
quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten este mensaje tan claro. Hoy y
siempre, “los pobres son los
destinatarios privilegiados del Evangelio”, y la evangelización dirigida a
ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer. Hay que decir sin vuelta que
existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos» (EG 48). De
ahí que insista en dos cosas esenciales para nuestra vida y para nuestra
propuesta a la sociedad: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser
instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres» (EG 187).
¿Cuál fue el lugar de Jesús? El lugar
de la Iglesia, como Jesús, son los pobres, ser servidora de los pobres para
construir una sociedad más justa, humana, fraterna, en la que todas las
personas podamos vivir realmente de acuerdo a nuestra dignidad de hijos e hijas
de Dios, sin excluidos.
Es lo mismo
que planteó el Concilio Vaticano II sobre el ser y la misión de la Iglesia: «La
Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión
íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (LG 1). «Cristo fue enviado por el Padre a “evangelizar a los
pobres y levantar a los oprimidos” (Lc 4, 18) (…); así también la Iglesia
abraza con amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún,
reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y
paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a
Cristo» (LG 8).
Jesús llamó a los pobres y los buscó
por caminos y veredas para su banquete del Reino. ¿Seguimos su ejemplo?
Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada... Y para qué sirve un Obispo que miente?
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