Manuel Regal “El sacerdote toca el timbre de la Misa y la gente no asiste”
Afirma
Manuel Regal en su blog: El sacerdote toca el timbre de la Misa y la
gente no asiste. Esto es común, tanto es así que incluso parece que los
sacerdotes, pocos, aún se han ido, porque su tarea tiene que ver principalmente
con los rituales funerarios.
La
alternativa ya no es a través de más o menos sacerdotes, sino a través de un
nuevo modelo eclesial, que se está comenzando a dar a través de lo que llamamos
las UPA (Unidades Pastorales). Es importante apostar profundamente por esta
alternativa, evitando una simplificación de la misma que acabaría alejando la
presencia y acción de la comunidad cristiana de los pueblos. Decir UPA es decir
“equipo interparoquial básico” (EIB, en adelante), sobre el que descansa la
iniciativa comunitaria. Equipo parroquial con nuevos líderes de hombres o
mujeres secretos, acompañados en la medida de lo posible de sacerdotes." Añade Regal
La iglesia
no puede limitarse a anunciar la Palabra, suscitar adhesión a la fe y convertirse
en una iglesia de rebaños, de masas, o de gente no convertida, sino que debe
buscar la transformación de la persona y de la historia por la fuerza del
Espíritu.
No se puede engañar a Dios. A Dios no
lo ciegan los sacrificios y las ceremonias.
«Cuando han
cerrado los templos en plena pandemia y han prohibido las procesiones, la
“gente de Iglesia” no sabía qué hacer. Según los Evangelios, Jesús no mandó
construir un templo. Ni organizó procesiones. Y, sin embargo, la imagen de
Jesucristo es probablemente la imagen mundial más conocida y presente en el
mundo. ¿Qué nos viene a decir todo esto?» José María Castillo
“Jesús
se puso de pie y alzó la voz diciendo: si alguno tiene sed, venga a mí y
beba. El que cree en mí como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Jn 27,28). Jesucristo
inaugura un nuevo culto que sólo podrá realizarse mediante la acción del
Espíritu Santo (Jn 4, 23: 7,37). Cristo no desautoriza el culto religioso como
no lo desautorizaron los profetas. Pero subraya con toda energía la
autenticidad con que se ha de participar en una celebración si se quiere
agradar a Dios (Mt 15,10: 5,23)
Los
dirigentes religiosos están muy preocupados ante la indiferencia y la frialdad
religiosa que se manifiesta incluso entre sus propios feligreses. Las grandes
iglesias enseñaron a sus fieles lo ficticio y no la realidad de Cristo, debido
a esto muchas personas sienten un vacío enorme, pues aprendieron a cumplir con
ritos, con normas rutinarias, y a vivir con lo que satisface la carne. Nunca
fueron convertidos a una vida nueva. El que es nacido de carne, carne es (JN 3,6).
La iglesia es comunicación de personas: cada
hombre (niño o mayor, mujer o varón) nace en ella como Hijo de Dios. El sistema
necesita cubrir huecos o ausencias con piezas: no busca ni quiere sujetos. La
iglesia, en cambio, quiere personas: quiere que los hombres sean presencia
trinitaria: padres, hijos, comunión de amor, en línea de gratuidad y
comunicación personal.
Las UPA (unidades pastorales) no son
la solución, hay que recrearlo todo, para que se anuncie, celebre y practique
el evangelio, en formas cercanas (casa a casa, grupo a grupo), en apertura a la
nueva humanidad. Cada parroquia puede y
debe presentarse como espacio donde los creyentes pueden encontrarse en amor,
para ayudarnos mutuamente, para crecer y ser personas, en gesto de caridad, de
asistencia y de liberación mutua.
La iglesia
es un espacio de fe y de experiencia compartida de la vida, donde nos sentimos
(y somos) responsables unos de los otros. Por eso, cada parroquia puede y debe
ser un espacio intenso de experiencia liberadora, pero de un modo servicial:
Entregarse por los pobres, decidirse por la justicia, abrir un campo de
esperanza de reino entre los hombres. Jesús claramente advirtió que una iglesia
surgiría en los últimos días de esta civilización, la cual se jactaría de ser
rica, creciente y aumentando en miembros, y autosuficiente. En otras palabras,
una iglesia con gran influencia y poder. Jesús dijo de esta iglesia, «Tú dices…
yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad…» (Ap.
3:17). Qué triste es que esta iglesia en particular, arrogante y jactanciosa,
sea anunciada por cristianos con poco discernimiento como la gloriosa iglesia
de poder (rechazando toda corrección) y dominio de los últimos días y que
controlará el mundo haciendo que Jesús regrese como Rey. ¡Esta es la mentira de
Laodicea!
No se
tratará, pues, de una pastoral para tener más cristianos, para que haya más
bautizos y más sacramentos, sino para
que haya espacios abiertos de libertad, para que pueda haber más personas
(hombres y mujeres) que asumen el ideal creador de Dios que está dirigido al
despliegue de la persona humana.
Una mirada lúcida, responsable y creíble de lo que viene querámoslo o no. Habrá que elegir entre mantener los tinglados que no dicen nada o dejarse auditar con sencillez e ir adelante juntos, pero juntos en todo: en el discernir, en el opinar y en el decidir. Otra cosa ya no cabe, somos adultos, responsables, para todo.
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