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Yolanda Díaz avisa al Banco de España de que no abaratarán los despidos.

 



La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, ha asegurado este viernes que el Ejecutivo "no va a abaratar el despido" después de que el Banco de España se mostrase favorable a la denominada "mochila austríaca".

El planteamiento del Banco de España para corregir la desigualdad de los trabajadores temporales se basa en un sistema mixto que combine la rebaja a la mitad del coste por despido con el establecimiento de un fondo de capitalización individual nutrido por las empresas, pero implantado con ayuda del Estado y los fondos europeos.

"No tiene sentido en una crisis buscar herramientas que abaraten el despido", ha dicho también la ministra, para quien no puede vincularse esta cuestión con la temporalidad en los contratos. "España es de los sitios en los que el despido es más barato", ha expuesto comparándolo con países similares.

"No se trata de subir o bajar impuestos", ha asegurado al descartar que el debate se centre en esta cuestión. Así, ha sostenido que el debate debe ser "quién paga impuestos", planteando que para unos tendrán que "bajar" y otros tendrán que "aportar más".

La ministra de Trabajo y Economía Social ha hecho estas declaraciones en la presentación del libro 'La estabilidad fiscal en España: los deberes pendientes' del economista Santiago Lago.

Hoy, dicen algunos grandes economistas, solo hay tres dioses: un primer dios es el capital: el dinero convertido en único poder que todo lo mueve. El segundo dios, el equivalente a Cristo, sería un tipo de empresa productora de bienes materiales o bienes de otro tipo, como los mediáticos en el mundo en que ahora estamos de las comunicaciones. Y el tercer dios, el Espíritu Santo, es un mercado global donde todo se compra y se vende. Esos tres dioses forman la trinidad. Jesús no lo ha expuesto así pero este es su mensaje de fondo.

¿Puede este mundo vivir dentro de 50 o 70 años sin esta economía capitalista? El Apocalipsis dice: este mundo en esa línea va al desastre. No dice cuándo va a ser eso. Y que hoy, ya, es un mundo de desastre. No está, por tanto, pronosticando algo que pasará dentro de 80 o 90 años sino algo que está pasando hoy.

Ese mercado pone al hombre al servicio de quien da el dinero. Y en ese sentido, uno de los que mejor ha captado el mensaje de Jesús sería el Apocalipsis que dice cosas que Jesús no dijo así pero que están en el fondo así.

Así, mientras Ch. Peguy todavía escribe que “los ricos llegan a creer que la pobreza ha dejado de existir una vez que han logrado rodearla oportunamente de silencio” (es lo que hace la sociedad de consumo para nosotros), Nietzsche iba mucho más allá: “lo esencial de una aristocracia buena y sana es... que acepta con buena conciencia el sacrificio de un sin número de seres humanos los cuales, por su bien, deben ser rebajados y reducidos a seres defectuosos, a cadáveres e instrumentos”. Ese hombre “liberado de toda compasión decadente ante los débiles”, capaz de “pensar en profundidad y defenderse de toda debilidad sentimental” sabe que “la vida es esencialmente apropiación, herir y avasallar lo extraño, lo débil, opresión, dureza... y por lo menos explotación”

Ahí están las dos actitudes que describen nuestro modo de reaccionar ante los pobres, luego de haber contribuido a producirlos: el olvido, el silencio o la ignorancia y –cuando esto ya no es posible- la justificación abierta de nuestra conducta apelando a “valores” superiores de aristocracia o de superioridad propia.

La segunda actitud es tan cruel que muchos seres humanos no se atreverían a aceptarla. Probablemente la aceptan sin rubor los que mueven los hilos económicos y militares de nuestro sistema de convivencia.

La filosofía griega  y el primer cristianismo son muy duros con la usura. Aristóteles la compara al proxenetismo: aprovechar la necesidad del otro para el enriquecimiento propio. Y escribe que es “la más aborrecible de todas las formas de obtener dinero, porque en ella la ganancia procede del dinero mismo y no de los objetos naturales”. Si hoy eso nos parece anormal, debe de ser por aquello de que “nuestro mundo ha perdido el sentido del pecado”. Pero aplicando esa frase donde debe ser aplicada…

En una sociedad donde todo es mercantil y donde cada cual aspira a tragarse al otro buscando el máximo interés, la única manera de crear empleo es no pagarlo, o darle una calderilla de hambre. Marx todavía hablaba de pagar “lo justo para que pueda reponer su fuerza de trabajo”; hoy ni eso: porque si no repone sus fuerzas siempre hay una multitud esperando poder ocupar su puesto. ¿Cómo no va a matar esa economía?

 La economía capitalista neoliberal actual se basa en el robo justificado o injusto legalizado y no en un orden económico justo.

José Carlos Enríquez Díaz

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